CANCÚN, QR.— Una nueva revolución industrial comienza a nacer en estos tiempos. Así es como lo observa el economista británico Nicholas Stern, quien hace cuatro años sacudió al mundo al mostrar los costos que tendría el cambio climático.
Ahora, el hombre que inauguró una nueva área en los estudios económicos señala que la nueva revolución industrial se basa en el desarrollo de tecnologías que permitan tener un crecimiento económico sin incrementar las emisiones de gases causantes del cambio climático. En otras palabras, una revolución industrial con tecnología “verde”.
Stern es uno de los líderes mundiales que participó en la 16 Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático (COP16) que se realizó en Cancún.
En entrevista con EL UNIVERSAL, dice que, a diferencia de otras, esta revolución industrial tendrá que ser impulsada por políticas públicas.
“Tiene que ser una revolución con un fuerte componente político… De hecho, si hiciera un nuevo estudio Stern, se llamaría: Políticas públicas para la nueva revolución industrial”, dice el director del Instituto de Mitigación sobre el Cambio Climático de la London School of Economics.
¿Qué tan rápido avanzará esta revolución industrial que permita un crecimiento económico y el combate al cambio climático?
Creo que nuestra generación sí verá una revolución industrial. Es posible lograr grandes avances en los próximos cinco a 10 años. Un ejemplo es China, país que planea impulsar siete industrias claves para hacer crecer su economía. Algunas de estas industrias son eficiencia energética, nuevo sistema de transporte híbrido y eléctrico, energías renovables, manufacturas de alta tecnología y desarrollo de trenes. Podrá ser que algunos países no se estén moviendo tan rápido como China, pero, por ejemplo, Europa también está haciendo importantes avances.
Hay quienes señalan que para combatir el cambio climático es necesario cambiar de sistema económico, y usted dice: “No hay que dejar de lado al capitalismo”
No hay duda de que el capitalismo tiene muchos problemas, sobre todo en distribución del ingreso y, en muchos casos, con el medio ambiente; pero eso tiene que ver con la forma en que es manejado el capitalismo. Si miramos las otras alternativas tenemos la larga experiencia de los sistemas comunistas en Europa del este y en la Unión Soviética, los cuales, en los 90, tuvieron que ser rescatados por los organismos financieros internacionales porque eran un desastre. Fueron, quizá, las economías más ineficientes en términos de energía y las más destructivas ambientalmente. Para que capitalismo y medio ambiente estén en armonía, se necesitan políticas públicas que regulen las afectaciones al medio ambiente, pero que también inviertan en educación y salud para garantizar que ayuden a la gente más pobre. Hay muchos retos. Tenemos que lograr que los incentivos de mercado se asocien con los valores ambientales y eso cada vez lo están entendiendo un mayor número de países. Creo que sería un error pensar que tenemos que abandonar el capitalismo.
¿Qué le recomendaría a México para entrar en una economía baja en carbono y ser pionero en la nueva revolución industrial?
Algunas de las cosas que señalaría es reducir la deforestación y hacer un mayor esfuerzo para hacer el uso de la energía más eficiente. Hay mucho que se puede hacer en políticas para lograrlo. Por ejemplo, suspender del todo los susidios a los combustibles fósiles, poner impuestos a los materiales sucios y apoyar el desarrollo de nuevas tecnologías en energías renovables. Todavía hay mucho por hacer, pero también lo hay en mi país, Gran Bretaña.
Agencia El Universal