Como cada octubre, desde hace 200 años, en Alemania celebran el Oktoberfest; la orgiástica festividad tuvo como protagonistas, una vez más, a voluptuosas y sonrientes teutonas.
Fue el 12 de octubre de 1810 cuando el entonces príncipe Ludwig contrajo matrimonio con la princesa Teresa. Para celebrar la boda, la casa real invitó a todos los pobladores de la región bávara a una magna fiesta. Y el siguiente año, debido al éxito que tuvo esta celebración, decidió repetirse. Así nació el Oktoberfest, el cual se ha convertido en un pilar identitario de la cultura de Bavaria (región ubicada en Alemania, donde actualmente se encuentra la ciudad de Munich).
Y qué mejor manera de celebrar la cultura de esta región que a través de una orgiástica comunión con la bebida que le ha acompañado a lo largo de siglos: la cerveza. Ataviadas con trajes regionales, millones de personas se vuelcan cada año a celebrar el Oktoberfest, el cual dura 16 o 17 días, siendo el primer domingo de octubre la fecha de culminación. Y si bien esta fiesta corresponde, esencialmente, a una celebración cultural de una región de la actual Alemania, lo cierto es que el Oktoberfest se debate entre el folclor y la orgía, teniendo en muchos casos hordas de desinhibidas teutonas que se entregan a un momento de jovialidad auspiciado por el fermento de cebada.