El equipo conductor del programa, previa auscultación estatal con los maestros y alumnos del nivel señalado, seleccionaríamos el primer paquete de libros, preferidos por los jóvenes. El gobierno del estado garantizaría que ese acerbo literario estuviera al alcance de los jóvenes en sus escuelas. Se compartiría con los profesores la estrategia ya diseñada, para que los jóvenes leyeran determinado número de obras cada semestre. El equipo central tendría ya diseñado el programa especial para evaluar esas lecturas periódicamente. El modelo de programa para evaluar por computadora esas lecturas ya lo tendríamos elaborado, pues en programas de tipo educativo los aplicamos con anterioridad.
El equipo central tendría el registro estatal de alumnos y de maestros lectores. La evaluación sería diferente, de acuerdo a la preparación y experiencia de ambos tipos de participantes. La credencial del BUEN LECTOR llevaría adjunta cartilla o boleta, donde se registrarían los puntajes logrados por sus lecturas periódicamente. Al finalizar cada semestre, se daría una calificación. Al finalizar cada ciclo escolar se haría la sumatoria para dictaminar a los mejores lectores del estado, considerando a las diversas regiones que lo integran. El gobierno del estado, a través de las instancias del mismo, establecería los premios, incluyendo uno o más de carácter estatal, equivalente(s) a los que se otorgan anualmente al deporte, al periodismo, a las ciencias, a la cultura.
A nivel de los profesores en general, nos reservamos una propuesta, que consideramos de suma importancia y eficacia, para lograr que todos se sumaran al privilegio inigualable de la lectura como hábito, como actividad diaria, que nos llevaría a todos a niveles superiores del conocimiento y de la cultura. Leer, para ser mejores, se pregona allá en Veracruz, en el Distrito Federal, en otras entidades. Estoy seguro de que, un gran amigo maestro, oaxaqueño, residente en el Distrito Federal, autor de libros de texto de Español para secundarias, se sumaría con gusto a nuestro esfuerzo. De la misma manera contaríamos con un gran número de promotores de la lectura en todas las escuelas secundarias de nuestro estado.
Desde luego que el proyecto debe partir del interés de las autoridades a nivel estatal. Además del apoyo necesario, que significaría dar prioridad a la educación y hacer institucional la estrategia total que apenas se vislumbra en esta publicación, requeriría de un verdadero interés y amor por los libros y por la educación de los jóvenes oaxaqueños, de parte de los conductores de este proyecto. El primer escollo será hacer llegar a los responsables de la educación y de la cultura de los oaxaqueños. Así como a alguno de los mecenas, de los pocos que existen en nuestro medio, que leyera con interés nuestra propuesta, la analizara y tendiera los puentes para conocer a fondo nuestro trabajo. Confiamos en que esto ocurra.
Conocemos a algunos jóvenes y maestros que disfrutan del placer de la lectura. Son personas privilegiadas; lo triste es que no son muchos. Deseamos que en poco tiempo sumen miles. Juan Rulfo, Jaime Sabines, Pablo Neruda, Miguel León Portilla, Mario Benedetti, Augusto Monterroso, Jorge Luis Borges, Miguel de Cervantes Saavedra, Alfonso Reyes, Gabriela Mistral, Vicente Huidobro, Sor Juana Inés de la Cruz, Carlos Fuentes, les esperan.