Quizá el cyborg sea el futuro del ser humano, la comunión de la naturaleza con la tecnología, del cuerpo con los circuitos, de los tejidos con materiales sintéticos que suplan miembros dañados o potencien las cualidades de otros.
Por lo pronto, sin que esas fantasías propias de las ficciones futuristas sean del todo una realidad (al menos no en todos los animales), científicos de la Universidad de Tel Aviv, en Israel, han logrado instalar en una rata un cerebelo artificial capaz de recibir e interpretar señales provenientes del encéfalo, esa especie de aduanero que transmite las señales del cerebro al resto del cuerpo. La prótesis cumple en la rata estas funciones como si se tratara de su tejido original.
A decir de Matti Mintz, profesor en la Universidad de Tel Aviv y jefe del grupo que consiguió el éxito en el experimento, todo esto es un asunto saber registrar cierta información, clasificarla y canalizarla por las vías correspondientes: “Es la demostración de principio de que podemos registrar la información del cerebro, analizarla de una manera similar a la red biológica y devolverla al cerebro”, dice Mintz.
Además, hay que tener en cuenta que el conocimiento que se tiene de esta parte del cerebro es sumamente avanzando, casi completo, lo cual ha facilitado en cierta medida el trabajo del grupo coordinado por el profesor Mintz.
Para probar el implante, que también puede verse como un chip, se anestesió a una rata para desactivar su cerebelo para después suplantarlo con el cerebelo artificial. Con este todavía desactivado, se procedió a enseñar al roedor a parpadear, condicionado dicho movimiento con un sonido, de tal forma que después el animal realizara el movimiento al escuchar la señal sonora. Los científicos comprobaron que con el chip desactivado la rata era incapaz de aprender la secuencia descrita pero, por el contrario, una vez que activaron el implante, el animal completó los procesos mentales necesarios para parpadear y asociar el parpadeo con el sonido dado por los científicos.
Aunque este logro satisface a los involucrados en el experimento y otros especialistas afines, ellos mismos reconocen que se encuentran lejos de crear un chip que funcione en áreas más amplias y más complejas del cerebro o que pueda implantarse y funcionar en un animal plenamente consciente (recordemos que la rata estaba anestesiada). Sin embargo, esperan que antes del fin de este siglo existan prótesis que puedan sustituir regiones tan minuciosamente diseñadas como el hipocampo o el córtex visual.