Chris Pretorius, un joven de Sudáfrica, se hizo amigo de un búho manchado (Bubo africanus) que llegó a su granja lesionado. Chris mantuvo al búho en interiores por un par de meses mientras se recuperaba. Durante este tiempo uno de los gatos empezó a visitar el estudio de Chris, donde tenía al búho; Chris dice que solo permitió a ese gato entrar porque nunca antes había mostrado interés en aves o ratones.
Durante este periodo el gato y el búho se acostumbraron a la compañía mutua. Cuando el búho se recuperó empezó a salir del inmueble —sobre todo en las noches, para cazar— pero regresaba a dormir en el día. Chris adoptó otro búho lesionado, que alimenta el búho que ya pueda moverse libremente.
Para la sorpresa de Chris un día el búho regresó con una rata, la cual quiso compartir con su amigo felino —aunque a este no le gustan las ratas— en una conmovedora muestra de amistad entre especies generalmente poco amables entre sí (el búho, en cambio, no permitió a los otros gatos que se le acercaran).
La empatía del búho se demuestra además de su intento de alimentar también a Chris, acaso en agradecimiento por su atención cuando estaba lesionado.