Fundada por el Zar Pedro el Grande el 16 de mayo de 1703, Patrimonio de la Humanidad, alguna vez también llamada Petrogrado y Stalingrado, San Petersburgo es el Balcón de Rusia hacia Occidente, su «ventana a Europa», ciudad que mezcla el glamour de la época de los Zares con la modernidad global, sus Mujeres de belleza excepcional, policromía de ojos verdes, grises, azulados, amielados, se pasean confundiéndose con el arco iris bajo lluvia y sol, por la avenida Nevskij Prospekt una de las mas hermosas del mundo.
Es el río Neva, la agitada arteria – congelada en invierno- que conduce al Báltico, permanente vigilante, teniendo como baluarte desde la isla de Vasilievski la fortaleza de San Pedro y San Pablo, sus aguas se esparcen por toda la Metrópoli a través de canales y puentes finamente labrados, imprimiéndole un toque de romanticismo que le ha valido ser considerada la «Venecia del Norte».
Los Palacios de los Zares, vistos desde la ribera opuesta – del Neva- constituyen un paisaje de esplendida magnificencia, lo mismo la Explanada al frente, hoy forman parte del Hermitage, museo que alberga, desde la biblioteca del Zar Nicolás ll hasta los salones donde Lenin mantuvo recluida a la Nobleza y formo el Primer Gobierno, Estancias decoradas de influencia Afrancesada, esculturas, pisos de mármol simbolizando la creación y pasajes mitológicos, relojes de oro recreando jaulas con aves del paraíso, y una invaluable colección de pinturas que incluyen obras de Leonardo da Vinci y el Greco.
San Petersburgo en sus construcciones mantiene una influencia Occidental, los Zares se obsesionaban en competir con los Reyes Europeos -particularmente los Franceses- axial se advierte en la Catedral de Kazan, que recibe a los visitantes desde una impresionante Columnata en Semicírculo, la Catedral de san Isaac es otro monumento, destaca su Cúpula de Oro puro, los Palacios de Verano dan cuenta del esplendor de las Cortes, Petroavoriets, el Palacio de Catalina, Pavlovsk, Gatchina, sin embargo es la Catedral del Salvador sobre la Sangre Derramada la única de arquitectura Rusa, sus cúpulas circulares decoradas, sus grandes frescos y sus retablos de oro la convierten en la mas emblemática.
Tomar vodka helado es todo un ritual, degustar una ensalada Rusa con trocitos de tocino una tradición, tomar café en alguna terraza de la Nevskij iluminada un placer, visitar los grandes almacenes ubicados en construcciones de otros siglos un «shopping» de lujo, como también lo son los mercados de artesanías, en donde es obligado adquirir una Matruzka de recuerdo, las hay desde las tradicionales hasta de los Beatles, y si vamos entre mayo y julio en que los días son muy largos, podremos admirar las «noches blancas» en las que el cielo no se obscurece.
Con tanta Historia San Petersburgo no podía dejar de ser Cultura, Ciencia, Arte, Poesía, Música, aquí surgió el «reflejo condicionado» de Pavlov y la «tabla de Mendeleev», el Ballet Mariinski, fue inspiración de Chaikovski para crear «el Lago de Cisnes» «el Cascanueces» » la Bella Durmiente » y su obra cumbre la Obertura 1812 y de Pushkin y su prosa, de Dostoyevski y su «Crimen y Castigo».
Y hablando de política, intrigas, crímenes y traiciones, también fue escenario de la Revolución Bolchevique, de los últimos estertores del Zarismo, en los que un personaje – para unos mesiánico para otros diabólico – jugo un papel protagónico, Rasputin -el Monje Loco – confidente de la Zarina Alejandra – gano su afecto al contener las hemorragias de su hijo Alexis que padecía Hemofilia- asesinado por el Príncipe Félix Yusupov y el primo del Zar Demetrio Romanov quien lo atrajo a su palacio con el pretexto de cenar con su esposa, cuando se visitan los sótanos donde lo envenenaron y dispararon el 30 de diciembre de 1916, se percibe un raro ambiente que culmina al encontrarte con una foto del personaje mirándote desde cualquier angulo y velando cualquier intento de «sacar la foto».
Pero…esa…esa es otra historia