México, D.F.- El monitoreo a la tumba de Pakal, en el Templo de las Inscripciones de Palenque, Chiapas, así como el comienzo de los trabajos de restauración del Ex Convento de la Merced, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, son dos de los más importantes trabajos que en materia de conservación y restauración realizó este año el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta).
Luego de que a finales de 2010 restauradores del INAH sellaron la lápida de Pakal sobre el sarcófago donde reposan los restos de este célebre gobernante maya, separados por una brecha de 90 centímetros a partir de que el arqueólogo Alberto Ruz descubrió la tumba hace casi 60 años, desde el mes de abril de 2011 el INAH da seguimiento al monitoreo de esta cripta, como parte de los trabajos de preservación de este complejo funerario de la Zona Arqueológica de Palenque, en Chiapas.
El monitoreo se hace mediante el uso de equipo especializado de registro, que continuamente mide la temperatura y humedad presentes en el sepulcro y piso de la cripta, como parte de las labores de conservación preventiva y consolidación de este espacio subterráneo.
Asimismo, se realizó el procesamiento de los datos recabados durante los estudios previos a las maniobras mediante las que se selló la lápida, la cual fue levantada y suspendida en los años 50 por el arqueólogo Ruz Lhuillier para explorar el interior del sepulcro donde reposan los restos del dignatario maya.
También se atendió el Ex Convento de la Merced, uno de los pocos ejemplos de arquitectura estilo mudéjar que se conservan en el país; en 2011 iniciaron los trabajos de restauración en el edificio para albergar al Centro Nacional de la Indumentaria, Diseño Textil y Música.
El inmueble ocupa dos mil 400 metros cuadrados de superficie, donde se realizaron trabajos de ingeniería, retiro y sustitución de instalaciones eléctricas y sanitarias, para continuar con la restauración integral de los arcos y las columnas talladas en cantera, misma que se traerá del lugar donde se obtuvo —entre 1676 y 1703— para su edificación, llamado “Púlpito del diablo”, ubicado en Amecameca, Estado de México.
Entre las obras efectuadas en el inmueble —declarado Monumento Histórico el 13 de junio de 1932—, la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del INAH vectorizó todas las columnas y arcos con la técnica de escáner láser, que hace el registro de toda la superficie a restaurar.
A partir de este escaneo, se obtuvieron planos tridimensionales de cada elemento arquitectónico, para detectar la mínima grieta o deformación, y a partir de esta información se define con gran precisión qué partes necesitan reparación o sustitución.
Otros trabajos que destacaron fueron la restauración de dos frescos plasmados por el pintor oaxaqueño Rufino Tamayo en la época temprana de su carrera, así como de los murales prehispánicos de Bonampak, una de las grandes obras plásticas prehispánicas que aún se conservan completas.
Los frescos de Tamayo que se restauraron son El canto y la música y Revolución, ambos creados en los años treinta, y ubicados respectivamente en la sede del Museo Nacional de las Culturas (Moneda 13) y la Subdirección de Laboratorios y Apoyo Académico (Moneda 16) del INAH.
El equipo fue encabezado por el restaurador Jaime Cama Villafranca, con la supervisión del Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble (Cencropam), del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).
El canto y la música requirió año y medio de labores y en él, Tamayo pintó mujeres indígenas que cantan y tocan instrumentos populares. En tanto que Revolución se llevó siete meses de trabajos, este mural retrata la rebelión de las clases obrera y campesina contra la burguesía.
Asimismo, dieron inicio los trabajos de restauración integral del área conocida como Gran Nivelación de Chichén Itzá, donde se encuentran seis de los principales edificios del sitio maya. Se trata de una atención integral que no se llevaba a cabo desde 1922, y que busca corregir intervenciones llevadas a cabo a principios del siglo XX, así como problemas causados por el exceso de humedad propio de la región y el paso del tiempo.
La restauración y conservación se realiza en dos niveles: el de la estabilización y conservación de las estructuras y posteriormente el trabajo de conservación de acabados como pintura mural y bajorrelieves, siguiendo el mismo proceso aplicado en la Zona Arqueológica de Uxmal, donde a decir de los especialistas, ha dado excelentes resultados.
Con la entrega de cinco óleos a la Misión de Nuestra Señora de Loreto, en Baja California Sur, concluyó la restauración de esta colección pictórica del siglo XVIII, considerada una de las más importantes del país por sus valores estético e histórico, conformada por 15 cuadros en los que están plasmados la Virgen María y los santos que eran objeto de mayor devoción en las misiones jesuitas.
Se trata de obras novohispanas creadas para la primera misión que se estableció en la península de California, las cuales fueron intervenidas en dos etapas por especialistas del INAH.
En la primera parte de esta labor, realizada entre septiembre a diciembre de 2010, se atendieron 10 cuadros, en tanto que la segunda fase se realizó de abril a julio de 2011. El tratamiento de estas piezas coloniales consistió en la restitución de bastidores con deterioro, ocasionado por el paso del tiempo y el ataque de termitas. Asimismo, se hicieron resanes y se trabajó en la reintegración cromática de las obras a fin de consolidar su unidad estética.
En el clima húmedo y caluroso de la Selva Lacandona, restauradores del INAH trabajan en la recuperación de los murales de Bonampak, plasmados en las paredes de tres cámaras del Templo de las Pinturas, donde armados de paciencia retiran de los muros las capas de sales que impiden admirar las imágenes, que con maestría fueron pintadas sobre un aplanado de cal-arena.
Tres meses de labores por parte de un equipo de especialistas permiten admirar de nuevo —en algunas zonas— la viveza del azul maya y los tonos amarillos, verdes, rojos, ocres, negros… en que fueron perfilados personajes que aparecen celebrando la victoria de Bonampak, ocurrida en 787 d.C. La intervención de los murales se extenderá a lo largo de cuatro o cinco años dado lo delicado de las tareas, en particular por las duras sales que las cubren.
En 2011 también se restauraron el Códice de San Nicolás Coatepec, además de una colección de cerca de 100 piezas orgánicas de más de mil años de antigüedad vinculadas a la cultura zoque, el templo XX de Palenque en cuyo interior se sabe de la existencia de una cámara funeraria con los restos de un personaje de alta jerarquía maya, piezas de arte palencano halladas en esta antigua ciudad maya, así como el Tablero del Templo de la Cruz, la Máscara de la Reina Roja y un conjunto de figurillas que representan a miembros de la dinastía palencana.