México, D.F.- Quién podría imaginarse que Sherlock Holmes no es un personaje inteligente, sino alguien tan obsesivo que puede caer en la locura y vivir en el descuido?
Pues el realizador Guy Ritchie y el actor Robert Downey Jr. lo creen y así lo pintan en la cinta que estrenará esta semana en México
“Sherlock Holmes, juego de sombras” arranca donde terminó la primera, lanzada comercialmente en 2009: la aparición del profesor James Moriarty (Jared Harris), un villano con mente brillante.
“Meses después vemos los síntomas de la obsesión de Holmes por Moriarty, al punto en que se encuentra claramente al borde de la locura. Se ha enfocado tanto en él que ha excluido cualquier otra cuestión, incluyendo posiblemente, su propia cordura”, dice Downey Jr. en los apuntes de producción concedidos por la distribuidora Warner.
Así es como lo encuentra su inseparable compañero el doctor Watson (Jude Law), emocionado por la despedida de soltero que va a tener.
“Pero se angustia al ver la conducta obsesiva que presenta Holmes respecto al profesor Moriarty. No duda de que Holmes tenga razón pero además sigue manteniendo ese espíritu defensor de siempre hacer justicia. Sospecha que se deberá enfrentar a su viejo dilema de siempre: llevar una vida segura con su mujer o la emoción de la caza”, revela el actor.
Quien conoce el mundo de Holmes sabe que Moriarty es su enemigo más temido, quizás el que rivalice en astucia con él.
Guy Ritchie, el realizador de ambas entregas cinematográficas, lo resume en una frase.
“Como que son intelectualmente equiparables en cierto grado. Holmes necesita de Moriarty y Moriarty necesita de Holmes”, señala.
En el elenco de la nueva historia repite Rachel Mc Adams (‘Diario de una pasión’) y Noomi Rapace, actriz que obtuvo renombre mundial por su actuación como Lisbeth Salander en las adaptaciones fílmicas originales de la trilogía best seller de Stieg Larsson, Millennium.
Viaje en el tiempo
A fines del siglo XIX, donde se desarrolla la historia, se comenzaron a reemplazar las lámparas de aceite por lámparas eléctricas y la forma de esas primeras instalaciones eléctricas facilitó el trabajo del cinefotógrafo Philippe Rousselot.
“Solían tener enormes arcos de luz para iluminar la ciudad que de alguna manera se parecen a las grandes lámparas que usamos en el cine hoy. Así, no tuvimos que esconder toda nuestra iluminación para conservar la veracidad histórica”, recuerda.
También requirió algo de tecnología del siglo XXI, pues se mandó construir un primer carruaje no jalado por caballos y el equipo de efectos visuales utilizó las pantallas verdes para borrar más de un siglo de cambios en los escenarios.
Eso permitió filmar en y alrededor de Londres mientras se utilizaban como fondo otras zonas de Europa.
Por último, se utilizó el parque Richmond de Londres para filmar las escenas del campamento gitano, clave en la historia.
Agencia El Universal