México, D.F.- Malinalco, la segunda zona arqueológica más visitada del Estado de México, después de Teotihuacan, aumentará al doble su área de visita en los próximos meses, al habilitar un recorrido por seis estructuras monumentales que se ubican en la cima del Cerro de los Ídolos, espacio que entre 1476 y 1521 d.C., sirvió de vigía para los intereses del imperio mexica.
Desde esta nueva área, que comprende aproximadamente media hectárea y se halla a una altura de 2,125 msnm, se dominan las distintas secciones del Cuauhtinchan (lugar donde se preparaban los guerreros aztecas), entre ellas el Cuauhcalli, uno de los escasos ejemplos en el mundo de arquitectura monolítica y el único que cumplió con una función bélica, pues en su interior se realizaban ritos para el ascenso de grado de los combatientes.
Desde hace tres años y con el empleo de recursos del Programa de Empleo Temporal, desarrollado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) y la Secretaría de Desarrollo Social, se acondicionó un sendero de 335 metros que abarca parte de una plataforma prehispánica, misma que conduce a la nueva sección conocida como la Gran Torre Vigía.
Dicha área —explica el arqueólogo José Hernández Rivero, responsable de la Zona Arqueológica de Malinalco— recibe el nombre por una edificación de planta mixta, ya que presenta una forma rectangular, más otra semicircular que fue anexada en algún momento. El antiguo edificio mide entre 12 y 15 metros de alto, mientras que sus costados oscilan en los 30 y los 40 metros.
Hernández Rivero destacó que la estructura sigue el patrón de la arquitectura mexica y todavía conserva pisos de estuco de color rojo. Asimismo, el hecho de que su escalera sea lateral y mida alrededor de 70 centímetros, señala que el acceso al templo superior era restringido, tal vez sólo para dos o tres personas de alto rango, vigías, que a la vez celebraban algunos rituales.
El término de Gran Torre Vigía fue acuñado en los años 30 por el arqueólogo José García Payón, al observar la posición estratégica de esta edificación, la cual sirvió para supervisar el paso de personas y mercancías producto del tributo, hacia los actuales estados de Morelos y Guerrero. Inclusive, en sus pisos aún se observan huellas de astas de banderas.
La orografía que rodea al poblado de Malinalco, hizo de éste, y del Cerro de los Ídolos en particular, un área de control que permitía al imperio mexica —cuyos poderes radicaban en la Cuenca de México— dominar el Valle de Toluca, así como los accesos a los territorios de Morelos y la zona norte de Guerrero.
“Tanto el área del Cuauhtinchan como la Gran Torre Vigía, que estamos por abrir, formaron parte de una importante guarnición militar azteca que funcionó en el periodo Posclásico Tardío, hacia 1476-1521 después de Cristo, cuando su dominio abarcaba regiones de lo que hoy son los estados de Veracruz, Oaxaca, Puebla y Guerrero, entre otras.
“Este dominio sólo se vio interrumpido con la llegada de los españoles, de manera que la caída de Malinalco coincide con la de México-Tenochtitlan. Hernán Cortés menciona en crónicas que los tlahuicas de Morelos le alertaron de la sublevación de los malinalcas, por ello mandó a uno de sus generales, Andrés de Tapia, y a los tlaxcaltecas, a someter esta región”, comentó José Hernández, investigador del Centro INAH-Estado de México.
En la media hectárea que abarca la Gran Torre Vigía se distribuyen otras cinco edificaciones que han sido consolidadas para seguridad del visitante; en promedio miden de 12 a 15 metros por lado, y 3 metros de altura. Sin embargo, se desconoce la función que cumplieron estas construcciones con forma de montículos.
También destacan los restos de una vivienda que, de acuerdo con el arqueólogo José Hernández, debió ser ocupada hacia 1450 y 1470 d.C., cuando el avance de los mexicas obligó a distintos pueblos, en este caso a los matlatzincas, a dejar sus casas ubicadas en el valle, y buscar refugio en las partes altas. En este aposento del Cerro de los ídolos, en 1987 se encontraron seis entierros con modestas ofrendas.
“El uso del Cerro de los Ídolos como sitio estratégico se remonta al gobierno del tlatoani Axayácatl (1469-1481), pero la creación de construcciones comenzó en el periodo de Ahuízotl (1486-1502), y continuó en el de Moctezuma II (1502 – 1520), quien mandaba el imperio a la llegada de los españoles; inclusive una estructura del Cuauhtinchan de Malinalco quedó inconclusa debido al arribo de los conquistadores ibéricos”, anotó.
En una primera etapa —y con el mismo costo del boleto de entrada al sitio— sólo se realizarán recorridos los fines de semana por la nueva área de la Zona Arqueológica de Malinalco.
Con el acceso a esta nueva área, se espera reducir la concentración de visitantes —que al mes va de los 12 a los 15 mil, y al año puede llegar a los 150 mil, aproximadamente— en los 12 edificios que conforman el área del Cuauhtinchan, sobre todo en el Cuauhcalli o Templo Monolítico.
En ese sentido, Hernández Rivero destacó los trabajos que desde 2009 ha realizado el INAH para la conservación del Cuauhcalli, entre ellos la colocación de una escalinata de protección para seguridad del visitante, que visualmente se incorpora al entorno, además de la ventaja de su bajo mantenimiento.
Una de las tareas para este 2012 será la colocación de un andador de madera frente a la fachada del Templo Monolítico, el cual canalizará el agua pluvial y reducirá la carga en las escalinatas originales labradas en la roca, para ello el presupuesto del Programa de Empleo Temporal destinado este año para el sitio es de cerca de 487 mil pesos.
Diseñan museo de sitio
Con el apoyo de expertos de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía se diseña lo que será a mediano plazo el Museo de Sitio de Malinalco, a ubicarse en el área de servicios. Actualmente se afina el discurso museográfico, la disposición de los espacios y la lista de los cerca de 50 objetos que formarán su colección.
Entre las piezas que se prevé exhibir está uno de los más famosos ejemplares de tlalpanhuéhuetl (tambor vertical), que data de 1200-1521, pero que hasta inicios del siglo XX fue reutilizado por gente del barrio de Santa Mónica, Malinalco. El instrumento de madera de 97 cms de altura y 52 cms de diámetro —a resguardo en el Museo de Antropología e Historia de Toluca—, tiene labrados representaciones de guerreros águila y jaguar, y deidades como Xochipilli-Macuilxóchitl.
También destacará una escultura de Ehécatl, dios mexica del viento, que actualmente se exhibe en el Museo Universitario “Dr. Luis Mario Schneider”, de Malinalco; así como una serie de urnas funerarias recuperadas en el sitio por el arqueólogo César Sáenz, en 1963.