México.- “Yo soy un pata de perro”, decía Héctor García de su pasión por recorrer, para retratar, la ciudad de México. Y sí que lo era, así lo recordaron ayer todos, sus amigos y admiradores, familiares y funcionarios, durante el homenaje de cuerpo presente en el Palacio de Bellas Artes.
En ese recinto, que se llenó de flores, largos aplausos y uno que otro goya y huelum, se dieron cita amigos, familiares y colegas fotógrafos que despidieron al artista que tenía otra frase que fue su sentencia de vida: “Yo, como Pancho Villa, primero dispara y después virigua”.
Con esa frase lo recordó su hijo, el también fotógrafo, Héctor García Sánchez: “Así decía siempre y quiero pensar que donde quiera que se encuentre, además de seguir celebrando la vida rodeado de sus amigos, seguirá enarbolando este grito de guerra que hacía de él un luchador que ganó casi todas las batallas”.
Ese grito de batalla guió todos los pasos del fotógrafo que falleció el pasado sábado luego de siete años postrado en una cama y en una silla de ruedas por una fractura de cadera que le impidió seguir recorriendo la ciudad de México que es la protagonista de buena parte de su archivo fotográfico, el cual consta de aproximadamente un millón de negativos y que está a resguardo de la Fundación Héctor García, que él creó en vida.
El hijo que siguió sus mismos pasos, recordó anécdotas, momentos, palabras y amigos de su padre; habló de sus pasiones y de su curiosidad incansable. “Hablar de mi padre cuando ya no lo tengo es muy difícil, sobre todo cuando en mi memoria aparece ese hombre sonriente, vital, curioso, enamorado de la vida y de sus placeres, buscando la manera de convertir los actos cotidianos en circunstancias extraordinarias”.
De Héctor García (Ciudad de México, 1923) se dijeron muchas cosas: que fue un pata de perro, un niño en el vientre de concreto, un escritor con luz, un ojo de águila, un icono de la fotografía mexicana, un amante de la historia griega y del periodismo, un gran conversador, un pilar de la fotografía y que desde hace muchos años figura entre los fotógrafos más destacados de este siglo.
En medio de fotógrafos y amigos del que era conocido por su pasión por la vida nocturna y los cabarets, que todavía hace algunos años se le veía bailando con María, su esposa, en el Salón Bombay o en cualquier otro centro nocturno de la ciudad de México, le dijeron adiós al maestro que junto con Nacho López, otro de los pilares de la fotografía mexicana, demostró que la ciudad de México era un tema de estudio y una maravilla para tratar de abarcarla a través de las imágenes.
Marco Antonio Cruz, amigo que celebró las imágenes de Héctor García porque son icono y referente de nuestra historia, dijo también que su obra retrata momentos intensos de la vida política y cultura. “La historia de los fotógrafos en México es como una sólida cadena, cada eslabón fuertemente sujeto al anterior, Héctor García aprende con Manuel Álvarez Bravo y, en su momento, Héctor transmite su conocimiento y pasión a la generación de fotógrafos del llamado nuevo fotoperiodismo”.
El también fotógrafo que, celebró que la obra de este gran artista esté bajo resguardo de la Fundación Héctor García, afirmó que quedan impresionantes historias que ahora son leyendas, su hablar, fuente inagotable, y su paso por los diferentes caminos que ha tenido la fotografía en la historia y siempre concluyendo con el descubrimiento de la imagen”
Prioridad: conservar el acervo
Justo, ese acervo fotográfico que resguarda la fundación que lleva su nombre, ha comenzado a ser objeto de trabajos de catalogación y digitalización desde hace varios años.
Luego de que Héctor García Sánchez señalara que el desafío inmediato -que calificó de enorme-, es construir una bóveda con las condiciones adecuadas para su cuidado así como terminar la digitalización y catalogación de aproximadamente un millón de negativos de su padre, Consuelo Sáizar, presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, dijo que Conaculta, colaborará con el trabajo de digitalización y preservación del acervo fotográfico que custodia la Galería-Fundación Héctor García.
Alejandro Castellanos, director del Centro de la Imagen, quien ha sido el enlace con la familia y la fundación, afirmó que desde hace varios años trabajan en ese tema. “Hemos trabajado cerca de la familia desde hace tiempo, atendiendo el desarrollo de este archivo, esto que se anuncia hoy es de alguna forma refrendar algo que viene sucediendo porque él siempre se esmeró en cuidar su material, algo que enseñó a la generación posterior; esta visión de Héctor de que su archivo tenía un valor estratégico para comprender la vida del siglo es lo que ahora nos corresponde preservar y atender”.
Del “maestro” como le decían los fotógrafos jóvenes, Marco Antonio Cruz señaló también: “Nos despedimos del pata de perro, del niño en el vientre de concreto, del escritor con luz, del ojo de águila. Cito de Octavio Paz: Detrás del lente de una cámara hay un hombre, un espíritu, una sensibilidad y un corazón”.
Alberto Carbot, editor y amigo de Héctor García dijo que aquél nació con una cámara entre las manos y que con el paso del tiempo se robó la luz. Recordó que “Héctor retrató los personajes del otro México, de ese México que aún sigue latente, a los personajes cotidianos, a los campesinos, a los obreros, a los maestros de luchas y también a quienes conforman el inframundo de la pobreza y que tuvieron cabida en sus célebres documentales gráficos”.
Consuelo Sáizar destacó también que Héctor García dio voz los movimientos sociales, inmortalidad a los artistas, dignidad a la calle, dimensión a la guerra, visibilidad a los excluidos. Héctor García retrató el alma de México.
Así le dijeron adiós al hombre que le mostró a los mexicanos que eran habitantes de su estética y su arte.
Agencia El Universal