Hace unos años, cuando la historiadora Daniela Gleizer acudió al Archivo de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) para documentar un trabajo sobre migración judía en México, encontró una circular confidencial emitida por la Secretaria de Gobernación en 1934, en ese documento que estuvo vigente durante el mandato de Lázaro Cárdenas se limitaba la entrada de judíos a México, así como la de otros grupos como los chinos y japoneses.
Esta información dio pie a una investigación que después se convirtió en su tesis de licenciatura, publicada en 2000 con el título México frente a la inmigración de refugiados judíos 1934-1940 (INAH). En seguimiento a esta línea de investigación, ahora publica el libro El exilio incómodo. México y los refugiados judíos. 1933-1945 , coeditado por el Colegio de México y la UAM Cuajimalpa, en la que Gleizer cuestiona la política migratoria del cardenismo, así como los mitos que exaltan a México como un país de puertas abiertas a los migrantes.
“Es una historia poco conocida. Es un trabajo documentado que cuestiona la historia oficial o el mito de México como un país de puertas abiertas, que se cree que siempre ha sido generoso con los migrantes”, comentó la autora en entrevista.
La generosidad hospitalaria de México durante el cardenismo fue parcial, aseveró la también la profesora e investigadora de la UAM Cuajimalpa, pues mientras que Lázaro Cárdenas recibió en masa a los refugiados españoles, gran parte de los judíos fueron rechazados.
Selección por asimilación
Lo que documenta esta investigación, señaló Gleizer, es cómo un mismo gobierno, en un mismo periodo y con las mismas leyes migratorias para todos, puede tener políticas diferentes para dos grupos que están buscando asilo en el mismo momento. En gran parte, esto dependió de las relaciones históricas con España, y de que a los judíos se les consideró como un grupo no asimilable a la cultura mexicana.
“La cuestión de la asimilación permea todo el tema, es una cuestión que se repite constantemente en la documentación y en la argumentación que dan los funcionarios que evalúan el tema. Destaca la idea de que los judíos no son asimilables porque es un momento en que se está tratando de homogeneizar a la población y de crear una idea nacional, la idea de lo mexicano y lo mestizo, que deja fuera a todos aquellos grupos que no entran bien dentro de este proceso de mestizaje”, explicó Gleizer.
“Erróneamente se cree que un país mestizo no debe ser racista; México no habla de pureza racial, pero sí habla de que no cualquier mezcla es buena, de que hay que reforzar el mestizaje con sus ramas originarias, que son españoles e indígenas”, añadió.
Con una bibliografía extensa, que incluye la revisión de documentos de la SRE, del Archivo General de la Nación, de archivos particulares, como el de la Comunidad Ashkenazi de México, así como archivos en EU, la historiadora aborda en seis capítulos el surgimiento del nazismo en Europa, las políticas antijudías, la tradición hospitalaria de México hacia los perseguidos, la aplicación de la política inmigratoria durante el gobierno de Cárdenas, los casos excepcionales de judíos que llegaron a nuestro país gracias a la ayuda del embajador Gilberto Bosques, así como las solicitudes de ayuda desde Europa al gobierno mexicano para que abriera sus puertas a los judíos.
Lo que deja ver este libro, señaló Gleizer, es que en esa época, contrario a lo que se cree, sí hubo restricciones en la política migratoria en México. “Generalmente es un tema del que no queremos hablar, pero sí hubo exclusión. El otro gran caso es el de los chinos”, señaló.
Agencia El Universal