¡Qué pena escribir esto! Hoy encontramos un montón de basura en la playa de la isla Moffen, una zona totalmente aislada del mundo y de la actividad humana, ¡y aquí encontramos basura de todo tipo!: botellas de vodka, plásticos, envases, encendedores, bollas, etiquetas y hasta zapatos. Recolectamos diez bolsas de basura y las que pudimos identificar, provenían de Rusia, Noruega y Reino Unido.
Y es que todo está conectado en el planeta, todo absolutamente tiene una repercusión, entonces la basura que nosotros tiramos: el chicle, la botella, la envoltura, tiene una historia y va a dar a los ríos, océanos y a los lugares menos esperados del planeta, como el caso de la isla Moffen. Esta isla es hogar de morsas, ballenas y aves y a veces las bolsas plásticas traídas por las corrientes marinas son confundidas con medusas y terminan en el estómago de mamíferos y cetáceos.
Fuera de la basura encontrada, la isla Moffen es como un desierto de nieve, así la bautizó Daniel Bravo cuando llegamos. Vimos morsas que dormían plácidamente en la playa, son animales muy grandes, sociables y hermosos que descansan en manada. Las morsas macho miden entre 3 y 3.5 m y pesan más o menos 1,500 kg, las hembras miden como 2.5 m y pesan 900 kg.
Existen las morsas del Pacífico y las del Atlántico, en éste último algunas se distribuyen en la Costa Este de Groenlandia, en los archipiélagos de Svalbard y en el sur de los mares de Barents y Kara.
Las morsas alguna vez fueron ejemplares abundantes en Svalbard, sin embargo ahora quedan sólo 2000. Desde mediados del siglo pasado, las morsas fueron cazadas para extraer y vender sus colmillos, hasta que fueron protegidas por un tratado en 1952, paradójicamente ahora, lo que se encuentra amenazado es su hábitat: el Ártico.