Expresiones artísticas contemporáneas como el street art y el grafiti, que por su técnica y su presentación en espacios abiertos, quedan expuestas a las inclemencias ambientales y al abandono, son estudiadas y atendidas por especialistas de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM) del INAH, la única en México que preocupada por la preservación de este arte, prepara profesionales en la materia para poder documentar e intervenir estas obras.
De acuerdo con Ana Lizeth Mata Delgado, profesora y restauradora de la ENCRyM, ambas manifestaciones son un arte vivo, que vemos cotidianamente en los muros de la ciudad, sin embargo, muchas veces es poco comprendido por la sociedad y tiende a perderse, lo que le da un carácter efímero.
La especialista comentó que tanto el street art como el grafiti “guardan una estética, cumplen una función social (muchas veces con mensajes críticos) y poseen un significado que le dan sus autores”. Ante su valor y la innovación de materiales que se utilizan en su realización, dicha escuela del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que creó en 2004 el Seminario Taller de Restauración de Obra Moderna y Contemporánea (STROMC), contempla entre sus obras el estudio y tratamiento a estas expresiones artísticas.
Esta asignatura optativa para alumnos de noveno semestre —en la que se estudian obras modernas y contemporáneas (del siglo XX hasta nuestros días)—, organizó el primer encuentro Conservando el Street Art y el Grafiti, en el que se discutió y reflexionó en torno a la conformación de estas manifestaciones, la participación y dificultades del restaurador para intervenirlas, así como los procesos de atención. Como parte del foro académico un par de grafiteros crearon diseños en la explanada del plantel.
Ana Lizeth Mata comentó que en 2011, el STROMC recuperó los grafitis de Rafael Cauduro, localizados en el Metro Insurgentes. “Por invitación del Sistema de Transporte Colectivo Metro participamos en la restauración de estas obras creadas en los años noventa, ya que por desconocimiento fueron eliminadas por trabajadores de limpieza”.
“El street art y el grafiti son expresiones artísticas similares, ya que comparten el lugar de producción en espacios públicos al aire libre, y se caracterizan por su diversidad técnica, estilística y temática, en su mayoría de carácter crítico”, refirió Ana Lizeth Mata.
“Difieren —agregó— en que el primero es más incluyente permitiendo que mayor número de personas lo comprendan, ya que hace uso de temas visuales más amplios con más imágenes y poco o nulo texto.
“En cambio, el grafiti se ha considerado excluyente pues el tema visual muchas veces está limitado por tipografías estilizadas que corresponden a la firma o ‘nombre’ del creador, por lo que pocas personas lo comprenden, aunque a últimas fechas ha evolucionado haciendo sus formas más claras e integrando figuras de personajes reconocidos, ya sea actores, cantantes, políticos o revolucionarios, como el Che Guevara”.
Cabe decir que este año se creó el proyecto Grupo para la conservación y restauración de murales contemporáneos, en el que participan alumnos del STROMC, conjuntamente con especialistas de la Universidad Politécnica de Valencia, España, de la Red Iberoamericana de Conservación de Arte Contemporáneo (RICAC), y de la International Network for the Conservation of Contemporary Art (INCCA) para registrar y documentar este tipo de expresiones.
En el Seminario Taller de Restauración de Obra Moderna y Contemporánea, único existente en México interesado en la formación de profesionales preparados en la conservación de tales obras, se reflexiona sobre las características y retos que implican éstas.
“La principal problemática del street art y del grafiti es que son de carácter efímero, ya que se localizan en espacios públicos y abiertos que los exponen a las inclemencias ambientales, así como al descuido y poca aceptación de la sociedad”, explicó Ana Lizeth Mata.
“Otros inconvenientes —añadió— son los formatos de presentación, algunos de difícil acceso (por ejemplo, los grandes muros de edificios); la gran variedad de materiales para su creación (algunos de poca resistencia) que dificulta su restauración, y la nula protección legal que las obras poseen, lo que permite que desaparezcan o sean modificadas”.
La restauradora del INAH enlistó una serie de materiales y formatos empleados para estas producciones, entre ellos, pinturas acrílicas, vinílicas, aerosoles, plumones, estambre, polímeros, musgo, entre otros; y los formatos son tan variados como los anteriores: los más comunes son las paredes (públicas y privadas) para la creación de murales, pero también se echa mano de papeletas, platillas, esténcil o estarcidos, stickers, etc.
Anotó que ambas manifestaciones de arte están presentes en México desde hace décadas, cuando grupos artísticos como Suma y Pentágono usaban papeletas y esténcil con temáticas de protesta. Más tarde se bifurcó en temas de tipo cultural y social con mayor esencia estilística, como fue el caso del Colectivo Tepito Arte Acá.
“Actualmente —mencionó Ana Lizeth Mata— son expresiones artísticas de gran presencia en el contexto social, lo que ha valido a muchos de sus autores obtener reconocimiento a nivel mundial, entre ellos, Fafi, Branksy, Keith Haring, Dr. Lakra y Saner, estos últimos mexicanos”.
Ante el gran valor social y artístico de este tipo de expresiones, los restauradores tienen cabida y deben interesarse en la búsqueda de la conservación de las obras, no sólo enfocados al aspecto material, sino comprender cuál es su función y vincularse con los creadores para conocer el significado e intención con que fueron hechos. Posteriormente, ya que conozcan la obra, deberán decidir si es pertinente alguna intervención o si sólo se deberá hacer registro y documentación de la misma, concluyó la restauradora.