La fascinante y prolongada empresa que supuso la Embajada Keichô comenzó en la bahía de Tsukinoura, cerca de Sendai, al nordeste de Japón, con la construcción de un galeón en la que colaboraron los carpinteros navales del gobierno del shôgun, el comandante del ejército.
La expedición, formada por más de 180 miembros, partió el 28 de octubre de 1613, hace prácticamente 400 años, y durante casi siete años cruzó los océanos Pacífico y Atlántico con rumbo a Sevilla. La Embajada Keichô fue una misión diplomática, encabezada por el samurái Hasekura Tsunenaga y orquestada por el franciscano Luis Sotelo, que fue enviada a España y a la Santa Sede por el daimyô Date Masamune, señor de Sendai, sobre todo con el propósito de establecer vínculos comerciales con Europa.
Hasekura Tsunenaga se convirtió en el primer viajero japonés que cruzó los dos océanos y atravesó el continente americano. El samurái contaba con la confianza de Date Masamune, quien le encomendó la tarea de ser representante suyo ante Felipe III, en Madrid, y Pablo V, en Roma. En 1614, la embajada llegó a Sanlúcar de Barrameda y de ahí tomó dos galeras hasta Coria del Río, en la provincia de Sevilla.
Los expedicionarios que permanecieron en esta población dieron origen a la descendencia que hoy lleva el apellido Japón. Tsunenaga solicitó ser bautizado, lo que se cumplió el 17 de febrero de 1615 en el monasaterio de las Descalzas Reales, en Madrid, recibiendo el nombre de Felipe Francisco. Sin embargo, las persecuciones a los cristianos en Japón impidieron una aproximación diplomática entre ambos países.
Y por parte de Pablo V no obtuvo más que vagas promesas. Tsunenaga emprendió el camino de regreso hacia Sendai, que duró más de cuatro años, sin cumplir su propósito. Los objetos y documentos que acopió en su viaje y que llevó a Japón componen el material relacionado con la misión Keichô, custodiados en el Museo Municipal de Sendai y considerados tesoros nacionales.
Objetos cristianizados.
Se cumplen, por tanto, 400 años de las primeras relaciones comerciales entre Europa y Japón. A pesar de la persecución del cristianismo, en 1614, se produjo una demanda de productos y un intercambio cultural entre Occidente y Oriente. El Museo Nacional de Artes Decorativas (MNAD), en Madrid, rinde homenaje a este intercambio cultural y artístico a través de la exposición Lacas Namban. Huellas de Japón en España.
IV Centenario de la Embajada Keichô, que se podrá visitar del 13 de junio al 29 de septiembre de 2013. Namban significa literalmente «bárbaros del sur», nombre que utilizaron los japoneses para identificar a los primeros europeos que provenían de los mares del sur.
El término se ha convertido en la palabra que identifica el encuentro cultural producido en este período (1543-1639). Fue en este contexto en el que surgió la laca de estilo Namban, un ejemplo de la adaptación del arte tradicional al gusto de estos nuevos extranjeros.
En la muestra se exhiben importantes libros y documentos sobre aquel primer viaje, pero también preciados objetos de laca japonesa, la mayoría de los cuales se expone por primera vez, ya que permanecían celosamente guardados en monasterios, conventos, capillas e iglesias de toda España.
Las arcas, arquetas y bargueños elaborados con laca Namban experimentaron una transformación a su llegada a España. La singular belleza de la laca japonesa hizo que estos objetos se cristianizaran y se utilizaran como contenedores de excepción para las reliquias y demás utensilios sagrados.