Uno de los edificios más conocidos de la ciudad romana de Pompeya es la casa de los Amorcillos Dorados. Se trata de una mansión señorial que se construyó en el siglo I a.C. uniendo dos pequeñas viviendas de los siglos III y II a.C., y que debe su fama tanto a los frescos y mosaicos que contiene como a los objetos que se descubrieron en el lugar.
Entre ellos se cuentan unos discos de vidrio y pan de oro que fueron hallados en el dormitorio principal, y en los que aparecen representados los amorcillos que dan nombre a la residencia. Este verano volvió a abrir sus puertas al público tras una minuciosa restauración llevada a cabo por la Superintendencia Especial de Bienes Arqueológicos de Nápoles y Pompeya.
Conservar los frescos
Además de la reparación de la cubierta del edificio, los trabajos han incluido la limpieza y consolidación tanto de los frescos que decoran los muros (y que se hallaban bastante dañados a causa de la humedad) como de los pavimentos de mosaico y algunos marcos de estuco conservados en algunas habitaciones.
También se ha restaurado el jardín del peristilo, el patio abierto y porticado al cual se asomaban las estancias de las residencias romanas. Para esta última actuación se han tenido en cuenta los datos proporcionados por las excavaciones y el diseño paisajístico realizado a principios del siglo XX.