En el municipio de Dolores Hidalgo, Guanajuato, una capilla barroca del siglo XVIII que presenta iconografía alusiva a la letanía del rosario y que no había sido restaurada desde su creación, recibe estabilización de los aplanados en bóveda y muros para el rescate de sus 57 escenas bíblicas.
La intervención se lleva a cabo dentro del Seminario Taller de Restauración de Obra Mural (STROM), impartido en la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM) del INAH, donde se busca acercar a los estudiantes de la licenciatura en restauración al proceso teórico metodológico para la conservación y la restauración de obra mural in situ.
La Capilla de la Letanía forma parte del conjunto arquitectónico del Templo El Señor del Llanito, lugar en el que se venera desde el siglo XVI la imagen de San Salvador Josué de los Afligidos y que anualmente congrega a cientos de feligreses principalmente de pueblos y comunidades indígenas del estado de Guanajuato.
Marlene Sámano Chong, restauradora perito del INAH, explicó que el proyecto surgió de la petición e interés de mayordomos del santuario que deseaban la conservación de la pintura mural de la capilla, la cual consideran herencia de sus antepasados.
“Un dictamen preliminar en 2011 señaló la necesidad de un trabajo arquitectónico, debido a desperfectos en la cubierta que causaron filtración de agua en el interior del edificio y dañaron la pintura mural. Por ello, en conjunto con la Maestría en Restauración Arquitectónica de la Universidad de Guanajuato y bajo la autorización del Centro INAH Guanajuato, se ha desarrollado un proyecto para controlar y erradicar el deterioro provocado por la humedad”.
De acuerdo con la especialista, la intervención tiene como objetivo principal la estabilización material de los aplanados en muros y bóvedas donde se ubican los murales sobre un aplanado de mortero con cal pintados al secco.
“Se podría tratar de una técnica mixta de temple graso y magro, sin embargo, hace falta profundizar en la identificación precisa de los materiales, para plantear una propuesta de intervención certera para estabilizar la capa pictórica”.
Recientemente se efectuó una segunda intervención de cuatro semanas de trabajo de campo. En ambas temporadas se logró un 70% en la estabilización de la bóveda, respetando las técnicas y los materiales originales del sistema constructivo.
Marlene Sámano aclaró que los procesos de conservación deben partir del reconocimiento de las cualidades tecnológicas, funcionales, formales y simbólicas de la pintura mural y su relación con el contexto arquitectónico, histórico, natural y social, seguido de un estudio profundo del deterioro y la evaluación de cómo están afectados los valores patrimoniales reconocidos en la pintura mural.
También se llevaron a cabo trabajos de difusión con la comunidad para explicar el lenguaje iconográfico representado en la capilla, espacio litúrgico que por el momento no tiene una función definida. Además se programaron pláticas de conservación preventiva y se explicaron los procesos de restauración a mayordomos, así como ejercicios manuales con niños de la comunidad para iniciarlos en la preservación del patrimonio cultural.
Altares otomíes
Martha Lameda-Díaz Osnaya, arquitecta integrante del STROM, refirió que la Capilla de la Letanía llama la atención por su carácter constructivo similar a los altares familiares otomíes.
“Una diferencia entre estos recintos y la Capilla de la Letanía es que ésta se emplaza en un ámbito comunitario no familiar con una sola nave de planta rectangular dividida en dos tramos cubiertos con bóvedas de aristas, tiene una superficie similar a los altares familiares con un área de 8.42 metros de largo por 4.40 de ancho y 4.95 de altura”.
“Por sus características arquitectónicas y espaciales encontramos una similitud con las capillas domésticas indígenas, resultado del sincretismo otomí-franciscano que se dio en el siglo XVI en el área otomí y que continuó más allá del siglo XVIII”.
La experta resaltó la orientación del edificio que al noroeste del santuario recibe una luz muy especial que se concentra en puntos de fuga -poco comunes-, conforme transita el sol durante el día, especialmente durante los solsticios del año, convirtiéndolo en un espacio muy íntimo para la oración.
El equipo del Seminario Taller de Restauración de Obra Mural está integrado por las restauradoras Martha Tapia, Haydeé Orea, Denise Charua y Erika Lozano, el químico Javier Vázquez, la arquitecta Martha Lameda, el fotógrafo Gerardo Hellión, la historiadora Guadalupe de la Torre y el geólogo Jaime Torres, cuyo objetivo es restaurar obra mural desde una perspectiva multidisciplinaria.
El proyecto es promovido por la Universidad de Guanajuato a través del programa La Universidad de Guanajuato en tu comunidad, con el propósito de dignificar a la población a través de la conservación del patrimonio cultural y natural de la región.