Como cada año la alegría, los disfraces y la fiesta invaden muchas de las ciudades y los pueblos españoles. Los carnavales de Las Palmas de Gran Canaria, Cádiz, Sitges o Tenerife son algunos de los más conocidos pero también hay muchos otros que aunque más modestos resultan muy originales y divertidos.
Os mostramos dos. Uno de ellos, el de Tenerife, conocido en todo el mundo y en el que participan miles de personas; el otro tiene lugar en la población extremeña de Villanueva de la Vera de apenas 2.000 habitantes que esperan durante todo el año la llegada de un original personaje que atiende al nombre de Peropalo.
Todo está a punto en Santa Cruz para el inicio de Carnaval, desde hace meses la ciudad calienta motores con realización de carrozas y comparsas que este año tienen como hilo conductor los dibujos animados.
La música, el ritmo, los disfraces y el buen humor llenan las calles de la capital tinerfeña noche y día hasta el próximo día 9 de marzo. Con la elección de la Reina de Carnaval se inicia formalmente la fiesta que durante más de una semana cambia la vida de los habitantes de Santa Cruz.
La Gran Cabalgata Anunciadora del viernes 28 invita a invadir las calles de fiesta y carnaval. Murgas, desfiles, bailes, concursos de carrozas y disfraces entran a formar parte del día a día de la ciudad. Con el Entierro de la Sardina el día 5 de marzo, la fiesta llega a su zénit y culmina el domingo 9 con el festival de fuegos artificiales.
Sin lentejuelas ni grandes carrozas, la baza del Carnaval de Villanueva de la Vera es su originalidad. Caras tiznadas, empujones, rondallas y trajes regionales, toda la fiesta gira en torno a Peropalo. Este peculiar personaje es un muñeco vestido de negro, de tamaño natural, relleno de paja y clavado en un palo, que deambula por las calles acompañado por una comitiva de pelopaleros.
Los habitantes de Villanueva se posicionan a favor o en contra del pelele, disputan entre ellos a empujones mientras se cruzan corriendo y chocando. A las disputas las llaman «judiás», y siempre terminan con el baile de una jota al son de los tambores. El martes de carnaval tiene lugar el juicio de Peropalo que, año tras año, es sentenciado a ser quemado en la hoguera rodeado de plañideras y muestras de alegría.