La información geoespacial encierra un enorme potencial para normar la toma de decisiones que en materia arqueológica sucede en el territorio; de ahí que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) impulse el Laboratorio de Geomática para, entre otros aspectos, aportar información que permita diseñar acciones y estrategias para prevenir afectaciones al patrimonio cultural por fenómenos naturales o por la puesta en marcha de obras civiles.
Esta área comenzó a dar servicio en 2011 desde la Coordinación Nacional de Arqueología, a través de la Dirección de Operación de Sitios, y se le denominó Sistema de Información para el Manejo de Zonas Arqueológicas. En el transcurso de unos pocos años, los alcances del mismo han dado lugar a la creación del Laboratorio de Geomática, informó el arqueólogo y coordinador del equipo, Jaime Cedeño Nicolás.
La plataforma generada incluye una base de datos georreferenciada, así como información espacial digital en diversos formatos, por ejemplo, kmz, dxf y shp, susceptible de visualización y manipulación en aplicaciones como Google Earth, Auto CAD y sistemas de información geográfica.
Esta información sirve para producir cartografía referente a las 187 zonas arqueológicas abiertas al público en el país, su entorno natural y el contexto socioeconómico de las comunidades cercanas, servicios para la visita e inclusive el estado de conservación de las estructuras arquitectónicas distribuidas dentro de las mismas.
Jaime Cedeño resaltó la cartografía desarrollada en el Laboratorio de Geomática a partir de la captura de información que proporcionan los institutos nacionales de Estadística y Geografía, y de Ecología; las comisiones nacionales del Agua, y para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, así como del Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicos del INAH y la generada por la Dirección de Operación de Sitios.
Para ejemplificar, sobre un mapa del territorio mexicano se despliega la información correspondiente a fenómenos naturales: tormentas tropicales, sismos, heladas y granizadas, erupciones volcánicas, vientos, incendios, etcétera, y en forma de puntos se señalan los sitios arqueológicos inmersos en estas zonas, de tal manera que se identifican aquellos con posibilidades de ser afectados.
Se trata de un valioso material para el personal de las zonas arqueológicas y de los centros estatales del INAH, quienes podrán tomar las medidas necesarias a fin de proteger los vestigios ante la incidencia de estos procesos de la naturaleza.
Acciones como el mantenimiento de infraestructura, registro del deterioro de elementos arquitectónicos, si es el caso, y monitoreo de su estabilidad, son de gran importancia para abatir el riesgo en caso de un desastre.
Aunque se ha puesto en marcha desde la Dirección de Operación de Sitios, el Laboratorio de Geomática auxiliará a las demás direcciones de la Coordinación Nacional de Arqueología del INAH: de Evaluación y Seguimiento de Proyectos, Estudios Arqueológicos y Salvamento Arqueológico.
Los datos goerreferenciados también sirven para la integración de expedientes técnicos. En este sentido, el laboratorio generó cartografía que se incluyó en la documentación con que se logró la declaratoria como Bien Mixto (cultural y natural) de la Antigua Ciudad Maya y Bosques Tropicales protegidos de Calakmul, Campeche, como en la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO.
En materia de investigación la información generada también es un gran aporte para los arqueólogos, quienes —a decir del titular de dicho laboratorio— “somos un poco geógrafos”.
“Estas herramientas de análisis son muy útiles para el arqueólogo en tanto trabaja con las relaciones espaciales de los restos culturales que se encuentra. Todas nuestras interpretaciones las basamos en estas asociaciones, por lo que el arqueólogo siempre ha echado mano de la cartografía”.
De ahí que los materiales desarrollados en el Laboratorio de Geomática son de consulta para investigadores, y pueden orientar líneas de estudio específicas. “Hemos establecido nexos con otras dependencias del INAH como la Coordinación Nacional de Antropología, de Difusión y de Desarrollo Institucional, y externas, entre ellas el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas, con el fin de intercambiar información y generar productos cartográficos acordes con objetivos comunes”, finalizó.