Nueva York…la Gran Manzana se reinventa

Pocas urbes son capaces de cambiar de piel con tanta velocidad y, además, seguir sorprendiendo. Nueva York no solo ha sabido reconstruir el desgarro urbanístico provocado por los atentados del 11S (septiembre 2001), sino que ha recuperado la capacidad de innovar que parecía haber perdido en los últimos años del siglo XX. Eso sí, quien espere revivir los relatos de Dorothy Parker o las letras de Leonard Cohen tendrá que rendirse a la evidencia: apenas quedan rastros de la bohemia pasada.

Manhattan es hoy un gran centro comercial, pero también es una ciudad que ha abrazado el espacio público y le ha entregado las calles al peatón. La punta de lanza de su última metamorfosis es el parque High Line. Serpenteando a 15 metros del suelo, entre la calle Gansevoort y la 34, a la altura de la Décima Avenida, el High Line se despliega sobre una vía de tren elevada que cruza el barrio de Chelsea.

Es un parque indiscreto que permite ver a los viandantes que pasan por debajo, asomarse a las ventanas que corren paralelas y contemplar desde lo alto el mural The Kiss. A sus pies, en Gansevoort Street, hoy se construye la segunda sede del Whitney Museum of American Art: la firmará Renzo Piano y abrirá sus puertas la primavera de 2015.

Un poquito más al oeste, en el Hudson River Park, también ha florecido la arquitectura. Este pulmón verde viaja en paralelo al río Hudson desde la calle 59 hasta Battery Park, en la punta sur de Manhattan. Está flanqueado por edificios de Frank Gehry, Jean Nouvel y Richard Meier, pero lo que resulta imbatible es disfrutar de la puesta de sol cayendo sobre el nuevo perfil o skyline del vecino estado de New Jersey.