El año que está por finalizar trajo consigo sensibles pérdidas para la vida académica del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), mujeres y hombres que en más de un caso fueron pilares para el desarrollo de los estudios arqueológicos, antropológicos e históricos en México, o realizaron una labor importante en la defensa y preservación de su patrimonio cultural.
Un ejemplo de ello fue el pintor, poeta, arquitecto y restaurador Enrique Luft Pávlata, quien falleció a los 83 años en Pátzcuaro, uno de los lugares donde afincó sus afectos y compromisos profesionales.
Trabajó en la excavación y conservación de las ruinas prehispánicas encontradas cerca del hoy Museo de Artes e Industrias Populares. Fue durante su gestión frente a este recinto que se erigió como un promotor incansable del patrimonio cultural tangible e intangible de Michoacán.
A finales de enero, pocos días después de la muerte de Enrique Luft Pávlata, partió el también poeta José Emilio Pacheco, de quien pocos conocen la significativa tarea que realizó dentro del INAH como uno de los fundadores en los años 70 del Seminario de Investigación de la Cultura Nacional, en la Dirección de Estudios Históricos.
Pacheco llevó a este seminario una visión panorámica de la cultura escrita y una amplísima erudición, la novedad de sus minucias y un tanto impredecibles investigaciones y ensayos sobre la historia literaria, fruto de su vocación por recuperar un amplio elenco de autores mexicanos entonces más bien olvidados y marginalmente leídos, es el caso de los escritores del Modernismo: Amado Nervo, José Juan Tablada, Enrique González Martínez, Efrén Rebolledo y Federico Gamboa.
También, antes de que terminara el primer mes de 2014, el INAH perdió a una investigadora fundamental, la antropóloga física María Teresa Jaén Esquivel. El trabajo de laboratorio absorbió buena parte de su tiempo académico. Muchos de los antropólogos físicos más notables de la actualidad aprendieron con ella no solamente la limpieza, restauración, consolidación, reconstrucción, marcado y embalaje de restos óseos, sino también cómo realizar la descripción morfométrica de un esqueleto y sobre todo a reconocer e identificar aquellos padecimientos que dejan huella en los huesos.
Sus más recientes trabajos versaron sobre condiciones de salud y vida entre las monjas del Ex Convento de San Jerónimo, displasias óseas en el México Antiguo y Paleopatología en colecciones del Occidente de México.
Con una trayectoria de más de 20 años en la institución, este año también falleció la arquitecta Hilda García Jiménez. En el INAH impulsó diversas estrategias para la conservación del patrimonio edificado; en la última década, desde la sección de Monumentos Históricos del Centro INAH Oaxaca, coordinó el Registro de Bienes Inmuebles Históricos de ese estado.
En el país que la vio nacer, España, murió la historiadora Dolores Pla Brugat, pionera en los estudios de presencia española en México. Hace 36 años, desde la Dirección de Estudios Históricos del INAH, integró un seminario sobre estos temas. Tras la aparición de su libro Los Niños de Morelia, impulsó la transcripción y edición de decenas de entrevistas a exiliados españoles.
Compiló varias historias de vida en títulos como Ya aquí terminó todo. Testimonios de la Guerra Civil Española y El aroma del recuerdo. Narraciones de españoles refugiados en México. También coordinó a varios colegas para integrar el volumen Pan, trabajo y hogar. El exilio republicano español en América Latina.
Una decana de los estudios históricos en el país, la doctora Sonia Lombardo, también se despidió en este 2014. Será recordada por una larga trayectoria que permitió profundizar en el conocimiento y divulgación de la historia del patrimonio cultural mexicano, en particular sobre la pintura mural prehispánica y el devenir de la Ciudad de México; esto sin contar la defensa que hizo de construcciones coloniales y decimonónicas.
La investigadora emérita del INAH ejerció diversos cargos en el mismo, entre ellos, la jefatura del Departamento de Investigaciones Históricas de la DEH, la Dirección de Monumentos Históricos y del Museo Nacional de Antropología, además de haber sido titular de la Coordinación Nacional de Conservación y Restauración del Patrimonio Cultural.
Un deceso más en este año que culmina fue el del jurista, historiador y diplomático Silvio Zavala, quien fuera director del Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec, entre 1946 y 1954.
La estrecha y entrañable relación del doctor Silvio Zavala con el INAH quedó de manifiesto con la donación de más de 10,400 documentos de su acervo personal a la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (BNAH). A su vez, Zavala fue uno de los fundadores de la Casa de España en México (antecedente de El Colegio de México), creada por los exiliados en la época del franquismo.
El historiador obtuvo 162 preseas, entre las que se encuentran el Premio Príncipe de Asturias, la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X El Sabio y las medallas Tomás Moro, José María Morelos y Pavón, y Juan Carlos I Rey de España.