Tras atravesar la puerta almenada de Narbona y cruzar un puente levadizo sobre un foso hoy seco, se entra en Carcasona, una de las ciudadelas mejor conservadas del medievo francés.
Es entonces cuando se revive la sorpresa que recibían los invasores al descubrir que allí les esperaba una segunda muralla. Un paseo empedrado discurre entre este doble perímetro de 3 km, forma ovalada y 52 torres rematadas por pináculos.
Medieval hasta la médula y Patrimonio de la Humanidad, la visita a la Cité, la ciudad guardada dentro, hace viajar a tiempos de blasones, armaduras y ballestas que ahora engalanan tiendas, restaurantes y hoteles.
Dos visitas obligadas: la Basílica de Saint-Nazaire y el Castillo, que incluye un museo sobre la restauración de la ciudad en el siglo XIX.