En la región del Sotavento veracruzano, dominada por las lluvias y un singular verdor, se encuentra una de las representaciones más impactantes conocidas de Mictlantecuhtli, “El señor del mundo de los muertos”. Con los brazos extendidos sobre su trono, la deidad prehispánica simula incorporarse para estar en comunión con quienes habitan su reino. Por haberse creado hace más de un milenio (300-900 d.C.), resulta increíble que esta escena conserve toda su fuerza expresiva.
Varios aspectos hacen único el complejo en donde se encuentra la obra. En él comulgan distintas técnicas: arquitectura de tierra, pintura mural y escultura, lo cual convierte su preservación en un reto que requiere distintos ángulos de atención. Por esta razón, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) constituyó el año pasado un proyecto de estudio y conservación en torno al Altar a Mictlantecuhtli, resultado de estudios previos.
Arcillas y tierra sin cocción, enlucidos de cal y arena, pigmentos y aglutinantes de origen orgánico son los principales materiales que se articulan en este conjunto que recrea magistralmente el Mictlan. La escena (que se extiende sobre una superficie de 6.93 m de ancho y 9.30 m de largo, y alcanza una altura de 1.90 m con la escultura entronizada de Mictlantecuhtli) es una obra maestra del modelado en tierra, máxima expresión de la cultura Remojadas, que se asentó en el centro del área de la Mixtequilla.
Desde su descubrimiento, hace 43 años en la comunidad El Zapotal No.1, municipio Ignacio de la Llave, la presencia institucional ha sido constante y, a partir de 2011, los esfuerzos se han encaminado a reconocer su estado de conservación mediante un registro puntual y la integración de un equipo multidisciplinario de expertos del INAH y las universidades Veracruzana , Nacional Autónoma de México y Autónoma Metropolitana, entre otras instituciones.
Tras diversas observaciones efectuadas entre 2011 y 2012, en el marco del programa que la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC) del INAH destina a la atención de la pintura mural prehispánica, se decidió establecer una metodología de investigación para corroborar dichas observaciones mediante análisis instrumentales —incluido un escaneo láser y diversas radiografías—. Con esto nació formalmente el Proyecto Altar a Mictlantecuhtli. Estudio y Conservación.
La restauradora del Centro INAH Veracruz, Ana Bertha Miramontes Mercado, responsable en campo del proyecto y quien posee una probada experiencia en zonas arqueológicas como Templo Mayor, en el centro de la Ciudad de México, Ek’ Balam, en Yucatán, y Uxul, en Campeche, hace un dictamen producto de estos estudios.
“Fue posible determinar que el conjunto Altar a Mictlantecuhtli no tiene problemas a nivel estructural. Esto quiere decir que su núcleo de tierra sin cocción está sólido, no tiene fracturas ni grietas que representen un riesgo de colapso en estos momentos. Por eso, para aportar la mejor propuesta de conservación, vale la pena estudiar cada detalle que lo constituye y aquellos que pueden generar alteraciones”, detalló.
Además de especialistas de la CNCPC y de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del INAH, a esta iniciativa se han sumado con su experiencia: fotógrafos, artistas plásticos, diseñadores gráficos, radiólogos, arquitectos e ingenieros, como el doctor Luis Barba Pingarrón, especialista en prospección arqueológica; el doctor Luis Fernando Guerrero Baca, experto en arquitectura en tierra; y el arqueólogo Fernando Godos González, cuya trayectoria está vinculada a la conservación de sitios con arquitectura de tierra del Occidente mexicano.
Esta invitación a los expertos responde —profundiza la restauradora Ana Bertha Miramontes— a la necesidad de comprender la dinámica que, directa o indirectamente, pudiera estar causando deterioros en el altar, en particular en el basamento.
“Debemos evaluar todo, incluso lo que está debajo del conjunto, porque éste forma parte de una zona arqueológica, de un contexto arquitectónico y urbanístico, con distintos momentos constructivos”. Cabe recordar que en la época prehispánica solía cubrirse una edificación con otra.
El altar se ubica dentro de una construcción levantada a finales de la década de 1980 para protegerlo de efectos ambientales; la rodea una plataforma prehispánica que se encuentra en un nivel superior, por lo que se requiere conocer cómo interactúa esta elevación artificial —que sí está a la intemperie— con el complejo del altar.
Una de las primeras acciones, anterior a la instauración del proyecto, fue una limpieza con brocha de pelo suave sobre el conjunto, para retirar polvo y materia ajena que representaba un peso añadido al monumento y obtener una lectura correcta de los deterioros. La afectación más grave se ubicaba en la parte inferior de la representación de Mictlantecuhtli: en el escalón sobre el que descansa la escultura, en el maxtlatl (taparrabo) y una sección del pie izquierdo.
Ana Bertha Miramontes resaltó que estas zonas cuentan con restos del enlucido original hecho de cal, por esa razón se aplicó, de manera localizada y por goteo, hidróxido de calcio.
“Este proceso coadyuva a detener un deterioro conocido como delaminación. Con ello se busca recuperar la cohesión entre partículas del enlucido y su unión con el soporte; esto es posible dado que el hidróxido de calcio y el enlucido tienen la misma estructura química. En el caso de las arcillas y tierra, aunque su composición es distinta, tiene carbonato de calcio, lo que le da características de resistencia”.
A dos años de la aplicación de este fijado superficial, los resultados son evidentemente satisfactorios en las áreas mencionadas, sobre todo en el escalón y el maxtlatl, además de la sección del pie izquierdo.
Para combatir el problema que ocasiona la saturación de agua (proveniente del subsuelo), la restauradora Ana Bertha Miramontes aterriza que el Proyecto Altar a Mictlantecuhtli. Estudio y Conservación parte de tres ejes: registro, identificación de la técnica de manufactura y materiales constitutivos, así como la corroboración e identificación de las causas y mecanismos de deterioro.
En subsecuentes temporadas y en lo que resta de este año, se prevé hacer estudios, como difracción de rayos x, análisis petrográficos y microscopía electrónica de barrido, así como complementar los análisis de prospección remota, entre otros. A esto se suma la colocación de termógrafos y la captura de fotografía térmica para supervisar y monitorear la temperatura y humedad contenida en los materiales y cómo reaccionan los diversos elementos del conjunto escultórico-pictórico.
El objetivo final, como recuerda la especialista, “es aportar una propuesta de conservación y restauración adecuada para este conjunto que se distingue por las distintas técnicas que están involucradas en su constitución”.