La Unesco considera que «el valor universal excepcional de la Gran Muralla y todos sus atributos deben estar protegidos en su conjunto», lo que significa plantear acciones para la conservación de la estructura original, gestionar el turismo de forma sostenible y difundir el valor de tan valiosa estructura. «Amemos nuestra China, restauremos nuestra Muralla», sentenció en 1984 Deng Xiaoping, máximo líder de la República Popular en aquel momento, esgrimiendo un revisionismo histórico que obviaba la opresión feudal a la que se vieron sometidos los obreros esclavos que la construyeron.
Desde entonces se han restaurado varios tramos, aunque otros se han deteriorado gravemente e incluso han desaparecido. Alrededor de 2.000 kilómetros de la construcción original ya no existen. Borrados del mapa. Así lo declaró el pasado mes de junio la Administración Estatal de la Herencia Cultural de China. Además, según la China Great Wall Society (CGWS), solo un 8,2 % de la Muralla construida durante la dinastía Ming se mantiene en buenas condiciones de conservación.