El desierto de Wadi Rumm es Marte en la última película de Ridley Scott, “The Martian”, basada en la novela de Andy Weir. La arena y las rocas rojizas de este árido lugar situado en el sur de Jordania tiene todas las características para hacer realidad el “planeta rojo”. Es conocido también como el Valle de la Luna –desde siempre se ha considerado un lugar de otro planeta– o como el «desierto rojo» por su color carmesí, y está surcado por ríos de arena y rocas imponentes de formas redondeadas a causa de la erosión.
Habitado desde la prehistoria, en la actualidad viven allí tribus beduinas que han sabido actualizarse y se han convertido guías privilegiados que muestran este inexpugnable territorio a la vez que comparten su forma de vida nómada. La experiencia de cruzar este árido territorio a lomos de un dromedario, dormir envueltos en absoluto silencio en una jaima, contemplar los más extasiantes colores de la puesta de sol y asistir al maravilloso espectáculo del amanecer, es algo único. Como también lo es descubrir los petroglifos que los nabateos dejaron como testimonio de una vida que ya no existe, cuando las antiguas caravanas cruzaban el desierto para llevar sus mercancías de Oriente a Occidente.
Para recrear la fisonomía del planeta Marte se utilizaron escenarios naturales y tecnología digital, aunque hay escenas en las que se reconoce perfectamente la orografía del gran desierto rojo. El director de “The Martian”, Ridley Scott –suyas son también las películas Allien, el octavo pasajero y Blade Runner– se enamoró de Wadi Rum, como mucho años años antes le había sucedido al oficial del ejercito británico T. E. Lawrence, conocido como Lawrence de Arabia, para quien este desierto se convirtió en un sueño.