Una puerta al mundo fascinante, misterioso, lleno de simbolismos y a la vez tan humano de los pueblos que habitan la vasta zona que se nutre del segundo río más caudaloso del mundo, sólo superado por el Amazonas, se abre para quienes a partir de esta temporada decembrina y hasta el 3 abril de 2016 decidan visitar la exposición Río Congo, artes de África Central, comentó Teresa Franco, directora general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
La muestra, instalada en el Museo Nacional de Antropología, constituye la más amplia dedicada a colecciones etnográficas provenientes del continente africano en nuestro país; el acervo expuesto (346 piezas principalmente de los siglos XIX y XX) pertenece al Museo de quai Branly, recinto parisiense en las cercanías de la Torre Eiffel.
La inauguración de Río Congo, artes de África Central, realizada la víspera, estuvo presidida por Rafael Tovar y de Teresa, presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y la embajadora de Francia en México, Maryse Bossière, así como por autoridades del INAH y el curador de la exhibición, el historiador del arte François Neyt.
Teresa Franco continuó enumerando la importancia de este afluente para comprender el porqué ha sido, durante siglos, la fuente de vida e inspiración de alrededor de 20 grupos étnicos: es el segundo en extensión de África después del Nilo; el octavo más largo del planeta; una cuenca que va desde la costa atlántica hasta las cercanías del océano Índico.
“Esta heterogeneidad de ambientes naturales y el esfuerzo del ser humano para adaptarse a cada entorno ayudan a explicar la multiplicidad creativa sobre la base de conceptos comunes, una cosmovisión alimentada por la naturaleza y la forma en que el hombre vive, se integra y, no pocas veces, se enfrenta al mundo que lo rodea. Por eso también la amplia gama de materiales que fueron empleados”.
No obstante que la exhibición ha tenido una exitosa itinerancia fuera de la nación gala, para la muestra en nuestro país, el Museo de quai Branly destinó más de 100 piezas que nunca habían salido de sus colecciones, e incluso —como es el caso de las armas y los textiles— objetos que ni siquiera suelen mostrarse en sus propias vitrinas.
A las máscaras en forma de corazón, relicarios y estatuas de ancestros, se han sumado para la exposición en el recinto del Bosque de Chapultepec, en la Ciudad de México: armas, instrumentos musicales y textiles. Todos ellos realizados en materiales tan variados como madera, piel, fibras, marfil, plumas, hueso, rafia, hierba, follaje, cerámica, caolín, resinas, algodón, hierro, latón, cobre, vidrio, conchas, perlas, pigmentos y telas.
La titular del INAH recordó que la exposición arriba a México en reciprocidad de Mayas. Revelación de un tiempo sin fin, que el año pasado fue acogida en el Museo de quai Branly.
Al respecto, la embajadora de Francia en México, Maryse Bossière, hizo hincapié en que ésta fue la segunda más visitada (con la afluencia de 220 mil personas) del museo parisino. El primer puesto lo ocupa el montaje que estuvo dedicado a Teotihuacan, otra cultura mesoamericana.
Expresó que en la temporada de fin de año, que para muchos es el momento de reunirse con los suyos, “sumergirse en este universo, que puede parecernos a la vez tan lejano y tan cercano, es una muy buena manera de seguir adelante. Cerrar la página de este 2015 (que para nosotros los franceses no dejó de ser difícil), acordarse de que conocerse, respetarse, descubrirse unos a otros, es la mejor manera de imaginar un mundo en paz”.
Por su parte, el presidente del Conaculta, Rafael Tovar y de Teresa, hizo hincapié en que a inicios del siglo XX varios artistas europeos encontraron una fuente de inspiración estética en las esculturas-relicarios y máscaras corazón provenientes del continente africano, como Henri Matisse, quien tuvo a bien coleccionar algunas obras, entre ellas cuatro piezas textiles que pueden admirarse en Río Congo, artes de África Central.
Pablo Picasso y Amedeo Modigliani, entre otros creadores, encontraron soluciones a sus inquietudes plásticas en el llamado “arte negro”. Rafael Tovar citó el caso de Gustav Klimt, cuyas obras donde las mujeres aparecen con sendos atavíos recubiertos de hoja de oro, guardan un simbolismo que recuerda a las extensas “faldas de baile” usadas por las mujeres de la etnia kuba, ejemplares que también pueden verse en esta exhibición.
Previo a la apertura del montaje, François Neyt, curador de la muestra, ofreció una conferencia sobre las artes de África Central en el Auditorio Fray Bernardino de Sahagún; ahí, ante una audiencia que abarrotó el lugar, explicó que las culturas de lenguas bantúes honran un amplio territorio repartido entre seis países: Camerún, Guinea Ecuatorial, Gabón, República del Congo, República Democrática del Congo y Angola.
El origen de la lengua bantú se ha ubicado en la actual Nigeria, hacia 3 mil años a.n.e; y aunque la colección de la muestra pertenece al último par de siglos, la profundidad histórica de estos pueblos se remonta por lo menos al lapso 400-200 a.C; conforme el análisis de restos arqueológicos hallados en esta inmensa región.
Sobre el arte de África Central propiamente, Neyt, quien es monje benedictino y profesor emérito de la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica, dijo que está íntimamente relacionado con las características geográficas de dos grandes regiones: los bosques al norte y la sabana al sur. Mientras el primero es más esquemático y mantiene una conexión con la vida de grupos de cazadores y recolectores, el segundo es más realista porque la sabana permitió un desarrollo mayor de la agricultura, de la población y el establecimiento de reinos como el teke y el kongo.
Río Congo, artes de África Central finalizará el 3 abril de 2016 en el Museo Nacional de Antropología (Reforma y Gandhi, Bosque de Chapultepec). Sala de Exposiciones Temporales. Entrada gratuita.