Las rocas son de muchas formas y colores. Intrincadas a veces; lisas y simples otras tantas; rugosas y ásperas la mayoría. Pero siempre son fascinantes y han provocado que miles de personas se desplacen con el único objetivo de observarlas.
La erosión del viento, el agua y la arena es capaz de crear algunas de las esculturas naturales más bellas y extraordinarias que uno pueda imaginar.
Desde la región turca de la Capadocia, donde crecen «bosques de hadas», a los pináculos del Bryce Canyon pasando por las esculturas níveas del Desierto Blanco de Egipto