TORONTO.— En el año 2004, una asombrosa historia de sobrevivencia se dio a conocer. Era acerca de un joven que nunca imaginó la pesadilla que iba a vivir cuando realizaba un paseo por los acantilados del cañón Blue John, en Estados Unidos.
Mientras hacía su recorrido, él cayó en una grieta, una roca se desprendió, le aplastó el antebrazo derecho y lo dejó atrapado contra la pared del cañón, sin posibilidades de escapar. Aron Ralston no había contado a nadie sus planes de excursión y sabía que no lo buscarían. Víctima de la desesperación, enfrentaba la muerte.
Ocho años después, el cineasta Danny Boyle, tras ganar ocho Oscar por Quisiera ser millonario retomó la historia, que se estrena el viernes 18 en México y está nominada al Oscar como Mejor Película. En su estreno en Toronto estuvieron Boyle, James Franco, el protagonista, y Ralston.
El actor y el hombre
Franco, quien por primera vez aspira al Oscar por este rol, dice: “Lo más valioso fue contar con Aron. La primera vez que lo vi fue en Los Ángeles, él llevaba una cinta con los videos que grabó en el cañón”.
El joven montañista registró los momentos de agonía que vivió en la montaña de Utha.
“Para un actor eso vale oro, porque pude verlo en esa situación, sin saber si iba a poder salir. Uno a la distancia puede decir ‘Eso fue horrible pero al menos logró salir’; sin embargo, cuando ves los videos, te das cuenta de que él no tenía idea de que iba a lograr salir, eso fue increíblemente poderoso”, dice James Franco.
El actor dice que esas filmaciones fueron hechas por Ralston para a su familia y sus amigos.
“Fue como un último mensaje. Y para mí fueron algo que me guió a la hora de interpretarlo”, comenta.
Aron Ralston dice que trabajó muy de cerca con Boyle y con Franco para recrear el momento.
“Les estaba dando mi historia a Danny y James, y mi confianza también, entendiendo que había más de una forma de transmitir por completo la experiencia por la que pasé, de una manera genuina, a veces de una forma cruda tal cual como sucedió y otras veces con las algunas libertades de ficción”, cuenta el alpinista.
La historia real quedó documentada en su autobiografía, Entre la espada y la pared, publicada en 2004.
Aron Ralston admite haber llorado durante la mayor parte de película la primera vez que la vio.
“No fue tanto por el dolor que sentí al verla, sino por la manera en que me recordó qué tan importante era que yo saliera de ese lugar.
“Escenas como en la que se observa a un padre llevar a su pequeño hijo al borde del paisaje del vasto cañón, tal como mi padre hizo conmigo cuando tenía 12 años de edad, fueron impactantes”, dice el joven.
“No se trata sólo de esta voluntad de vivir que tenemos, sino de la voluntad de amar que tenemos, y cada vez que el filme aborda ese punto me toca muy profundamente”, dice.
El alpinista sobrevivió durante 127 angustiosas horas, con escasa comida y con menos de medio litro de agua, hasta que tomó una decisión que lo llevó a salvar la vida, algo que provocó aplausos y una emotiva recepción por parte del público en el Festival de cine de Toronto.
Agencia El Universal