El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) fue creado hace 79 años por la ley promulgada el 3 de febrero de 1939, a iniciativa del presidente Lázaro Cárdenas, con la misión de explorar las zonas arqueológicas del país; vigilar, conservar y restaurar los monumentos arqueológicos e históricos, así como los objetos que en ellos se encuentren; realizar investigaciones científicas, antropológicas y etnográficas, y publicar obras relacionadas con las materias expuestas.
Al llegar a sus 79 años de vida, el INAH se enfrenta a un gran reto institucional: continuar con la restauración de las mil 821 edificaciones que resultaron afectadas por los sismos del 7 y 19 de septiembre pasado, para lo cual desarrolla un plan de recuperación.
Bajo este esquema, el instituto se encargó de forma inmediata de censar los daños en las once entidades afectadas con apoyo de brigadas de especialistas para cada uno de los estados afectados en los que trabajaron mil 100 técnicos, quienes evaluaron los daños en los edificios así como en los bienes que resguardan.
Asimismo, ha iniciado los trabajos de restauración de las mil 821 edificaciones afectadas, que en los casos más graves se extenderán hasta 2020. Tarea en la que se promueve que las casas y la traza de los pueblos con arquitectura tradicional se mantengan por ser parte de la riqueza e identidad de nuestro país.
En el marco de los 79 años del INAH, también se celebrará el 40 aniversario del Proyecto Templo Mayor, cuyo museo recientemente fue objeto de una remodelación que incluyó la apertura de un nuevo vestíbulo en el que se puede apreciar el monolito de la diosa Tlaltecuhtli y parte del Cuauhxicalco (plataforma circular con cabeza de serpiente en la que se incineraba a los gobernantes mexicas).
De igual forma, el instituto festejará este mes el cincuentenario de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM), pionera de la restauración en Latinoamérica; fue fundada en 1968 en el Ex Convento de Churubusco, con apoyo de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
El INAH ha desarrollado durante estos años diversas investigaciones que han ido de la mano de algunos de los grandes hallazgos de los siglos XX y XXI, enriqueciendo el conocimiento de las culturas que florecieron en lo que hoy es México. Destacan el descubrimiento, en 1952, de la Tumba de Pakal en la ciudad de Palenque, Chiapas, por el arqueólogo Alberto Ruz Lhuillier, la cual actualmente es objeto de trabajos de conservación con financiamiento de la Embajada de Estados Unidos.
En la larga lista de descubrimientos también está el enorme monolito de Tlaltecuhtli, diosa de la tierra, registrado en 2006, frente al Templo Mayor del Recinto Sagrado de Tenochtitlan, y el Huei Tzompantli, en 2017.
Su historia
Junto al primer director del INAH, Alfonso Caso Andrade, quien se había distinguido por sus excavaciones en el sitio de Monte Albán, Oaxaca, donde encontró la Tumba 7, en 1932, un selecto grupo de arqueólogos, historiadores y antropólogos trabajó con el objetivo de prestar mayor atención al estudio científico de los grupos indígenas y a la exploración, conservación y restauración de los monumentos arqueológicos del país.
Así, el INAH se instituía como el organismo responsable de proteger el enorme patrimonio arqueológico e histórico del país y de estudiar la realidad indígena en su extendida geografía. Los sucesivos directores a lo largo de siete décadas han perfeccionado la organización del instituto hasta convertirlo en un elemento fundamental para la preservación y estudio del patrimonio cultural.
Las investigaciones en sitios como Teotihuacan, Monte Albán, Palenque o Chichén Itzá, entre otros, a cargo de los grandes pioneros de la arqueología mexicana, dieron empuje a la formación de nuevos cuadros de especialistas que hoy en día trabajan en los diversos campos relacionados con la arqueología, la paleontología, antropología, historia, conservación y restauración.
Nombres como Eulalia Guzmán, Beatriz Braniff, Ignacio Bernal, Alberto Ruz Lhuillier y Román Piña Chan, entre muchos otros expertos, son referente indispensable de la arqueología mexicana por su enorme contribución al estudio y conocimiento de las civilizaciones mesoamericanas, y cuya labor en el INAH ha dejado un legado invaluable. Amén de especialistas de gran talento que han fortalecido los estudios antropológicos e históricos.
Hoy en día, el instituto recurre al uso de nuevas tecnologías para fortalecer los trabajos de investigación y conservación. Tal es el caso del escáner láser para el levantamiento de imágenes tridimensionales de monumentos históricos, sensores remotos y de teledetección para la identificación de sitios prehispánicos, y de nanotecnología (que trabaja a nivel de átomos y moléculas) para la conservación del patrimonio cultural, entre muchas otras herramientas que lo colocan a la vanguardia.
La riqueza cultural no deja de crecer, diariamente se encuentran nuevos vestigios, restos del pasado que nos dio origen y nos conforma hoy como nación. Proteger este patrimonio, contribuir a que los mexicanos lo conozcan, lo valoren, lo respeten y lo disfruten es una tarea permanente en la que el INAH se encuentra comprometido desde su creación hace 79 años, como la entidad técnica especializada del Estado mexicano en materia de investigación, conservación y difusión del patrimonio cultural del país.