Fue inaugurada Brassaï en el Museo del Palacio de Bellas Artes

La secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, inauguró la exposición Brassaï. El ojo de París, que es la primera gran exposición de 2019 en el Museo del Palacio de Bellas Artes.

Al referirse a la sorprendente retrospectiva del artista húngaro Gyulá Halász, la titular de la Secretaría de Cultura expresó que en el recorrido de esta muestra, “será una ventana extraordinaria, no solamente hacia la Ciudad luz, que tiene personajes que no son los comunes y que es donde el ojo de Brassaï está presente”.

Asimismo, describió a Brassaï como “un artista completo que hace pinturas con la fotografía”.

Por ello destacó que esta exposición es un descubrimiento a los ojos de quienes la visiten para acercarse al arte fotográfico de los paisajes del París que habitaron los personajes invisibles de Brassaï.

Es por eso que exhortó a los jóvenes a visitar esta exposición para conocer de cerca el legado del gran artista que revolucionó a la fotografía de su tiempo y que ahora por primera vez llega a México, gracias a la colaboración entre el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) y la Asociación Amigos del Museo del Palacio de Bellas Artes.

Resaltó el acompañamiento de Philippe Ribeyrolles, sobrino del artista y fotógrafo, quien participó activamente en la realización de la muestra como representante de la Estate Brassai Succession.

Así también agradeció a Gabriela Garza, presidenta de la Fundación Amigos del Museo de Bellas Artes; a Nadia Arroyo Arce, directora de Cultura de la Fundación Mapfre, así como el invaluable apoyo de la Fundación Mary Street Jenkins para concretar este proyecto artístico que se exhibirá hasta junio próximo en el Museo del Palacio de Bellas Artes, uno de los recintos culturales más importantes del país bajo la dirección de Miguel Fernández Félix.

Por su parte, la subdirectora general de Bellas Artes, Laura Ramírez Rasgado, en representación de la Directora General del INBAL, Lucina Jiménez, resaltó que en esta exposición, Brassaï. El ojo de París, se conoce al artista de enorme talento intelectual que al igual que con otros grandes pioneros en diversas formas del arte, es referente de «nuestra forma actual de percibir la modernidad, su espacio público, sus hallazgos, violencias y grandezas».

Primeros años de Brassaï en Francia

Cautivado por la vida de la ciudad de París, donde a final de los años veinte Gyula Halász sobrevivía gracias a los ingresos que obtenía de la venta de artículos y caricaturas a periódicos alemanes y húngaros, el fotógrafo, que se sintió irresistiblemente atraído tanto por escritores y artistas de Montparnasse, como por los maleantes, las prostitutas y otros habitantes de los legendarios bajos fondos parisinos, improvisó una agencia fotográfica en la que él era el único empleado.

A principios de 1930 empezó a hacer sus propias fotografías y pronto descubrió que su mayor talento residía en ese medio que antes había despreciado.

A fin de reservar su nombre auténtico para las pinturas, el fotógrafo, músico, dibujante, cineasta, escritor, escultor y creador de tapices, firmaba sus caricaturas como Brassaï, es decir, “de Brassó”, seudónimo que las fotografías harían famoso en el París de los años treinta.

Brassaï. El ojo de París, cuya curaduría está a cargo de Peter Galassi, antiguo conservador y jefe del Departamento de Fotografía del Museum of Modern Art de Nueva York (MoMA) y uno de los mayores expertos en la obra del fotógrafo, no sigue, a diferencia de muchas otras retrospectivas, un orden cronológico: está distribuida en 12 secciones temáticas, las cuales resultan, a menudo, muy diferentes entre sí, haciendo evidente la gran diversidad del trabajo de Brassaï.

Los doce módulos de una exposición única

Personajes revela fragmentos internos de los habitantes de la Ciudad luz en su dimensión cotidiana. París de día, en el que el acercamiento de la lente al tronco de un árbol puede ser lo que el observador decida. Minotaure, hojas de la mítica revista editada en 1933 para la que colaboró con Dalí, ilustró textos de André Breton y publicó fotos de Picasso en su estudio. Grafiti, acercamiento a esta expresión citadina, donde los relieves en los muros callejeros detienen el paso del caminante. Lugares y cosas, un paseo por paisajes y objetos que se agigantan mágicamente, como la sombra del perfil de Hitchcock en un trozo de columna. París de noche, un atisbo íntimo y casi pictórico a personajes que trabajan al abrigo de la oscuridad. Desnudos, epidermis y formas de hombres y mujeres que imantan la mirada. Sociedad, tertulia de personas engalanadas que se reflejan sin darse cuenta. Placeres, secuencia casi cinematográfica de un cliente en busca de su dama de la noche, desde la puerta de entrada, rumbo a la coronación de su deseo. Sueño, abandono que atrapa a la gente en lugares públicos. La calle, donde el tripié de Brassaï, cercano a su cigarro encendido, fue el horizonte de su mirada. Retratos, que inmortalizaron a Jean Genet, a Miró, a Henry Miller, al joven Dalí con su Gala, en una imagen que revela al inmenso artista, constructor de imágenes caleidoscópicas.

Destacó que el recinto es uno de los más importantes espacios de los circuitos culturales del mundo que ha recibido exposiciones inolvidables y “ésta es una de ellas”.