Magia y misterio se entremezclan en la exposición del artista mexicano Jorge Marín «El cuerpo como paisaje» que reúne 21 esculturas de hombres-pájaro detenidos en el aire, entre el 14 de abril y el 24 de mayo próximo, en el Instituto de México en España (Madrid).
Siguiendo el canon clásico, las esculturas de bronce beben de los parámetros estéticos de la Grecia y la Roma Antigua, el Renacimiento, el Neo-Clásico y el siglo XIX, comentó hoy el artista en una entrevista.
Las 21 esculturas de «El Cuerpo como paisajes» han sido realizadas en bronce en la última década, comentó Marín.
Con una altura máxima de 150 centímetros, las esculturas son de varias series pero hay algunas líneas de convergencia entre ellas a nivel estético y semántico.
En el plano formal, los bronces recrean la imagen fabulada del hombre-pájaro, es decir, un hombre con un cuerpo atlético, con dos alas grandes que nacen en sus omoplatos y una máscara con un pico de ave que le cubre la parte superior del rostro.
El hombre-pájaro es un personaje al que han recurrido artistas y literatos en toda la Historia del Arte, la Filosofía y la Literatura.
Para Jorge Marín, sus hombres-pájaro son una forma de transmitir obsesión por la búsqueda de la belleza y la perfección y del equilibrio en el desarrollo integral del ser humano a modo de Leonardo da Vinci
Escultura a escultura, Jorge Marín comentó que habla de sí mismo y provoca la mirada, la reflexión y la imaginación del espectador.
Los bronces evocan en el espectador imágenes porque juegan con el uso de los símbolos explícitos y universales y la poesía visual de las metonimias.
Las hombres-pájaro posan sus pies o sus manos levemente con un escorzo sobre arcos, figuras cúbicas huecas o elementos más cotidianos como una silla o una barcaza con una actitud de serenidad y atención como si hablasen desde el silencio.
La simbiosis entre lo terrenal y lo etéreo, el metal y el aire, la intuición y la razón, la figura del hombre-pájaro y su escorzo alado es el terreno sobre el que se articula «El cuerpo como paisaje».
En la exposición, el paisaje son esas figuras animalescas que canalizan el discurso artístico que Jorge Marín definió como «la búsqueda de la optimización de las características del ser humano a nivel de emoción, intelecto y físico».
En la mayoría de las esculturas, los hombres-pájaro están casi suspendidos con los pies en el aire; como si, imaginariamente, «el bronce echara a volar» , remarcó Marín (Uruapán, Michoacán, 1963) .
Los títulos acompañan a las esculturas en la fábula que crea y recrea Jorge Marín como «Garuda en ventana» , «Flechador Ecuestre» , «Clavadista» (Saltador de trampolín) , «Balanza con Alas» , «Balanza de Voladores» , «Balanza Espejo» , «Victoria arrodillada en balsa» y «Angel en balsa».
Actualmente, algunas de esas esculturas que expone el Instituto de México en Madrid también acaparan la atención de los viandantes del Paseo de la Reforma, frente al Museo de Antropología, en el centro de México D.F.
En el marco de la celebración del Centenario y Bicentenario de México, Jorge Marín expone al aire libre «Las Alas de la Ciudad» , una muestra con trece esculturas con escala monumental y una instalación, apuntó.
Agencia El Universal