Las consecuencias de la incorporación al trabajo en edades tempranas se refleja en los estados de salud y desarrollo biosicosocial de los niños, señaló el especialista Víctor Inzúa, de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM.
Mediante un análisis antropométrico que incluye peso, estatura y edad, que fue comparado con tablas de niños promedio, el académico comprobó que la obesidad es una constante entre los que trabajan y quienes no lo hacen.
La mayoría de los que laboran basan su dieta en pan, café, tacos y garnachas, mientras que el resto debe su sobrepeso a las golosinas, indicó el encargado de la investigación Exploración Ergonómica en los Niños Trabajadores de Calle: Ciudad de México.
El académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) detalló que ambos grupos consumen grandes cantidades de refresco «y en eso no hay mucha diferencia; sin embargo, en la estatura y peso, sí».
En un comunicado Inzúa Canales precisó que hay menores de edad trabajadores que miden hasta 10 centímetros menos que uno que no labora.
Una comparación antropométrica, que incluye cálculo de masa corporal entre la población de una secundaria particular y una muestra de 25 niños con empleo, reveló que 56% de los estudiantes está fuera del rango óptimo de salud.
Además los niños trabajadores de la calle enfrentan una variedad de riesgos según su ocupación, que van desde calambres, contusiones, golpes y torceduras, hasta el desgarre de algún músculo, y en general son más susceptibles a enfermedades por deficiencia alimentaria.
Agencia El Universal