Hay tardes de gracia y desgracia.
Para el América fue de gracia, que con regular futbol se vio muy superior a los Pumas y terminó con golpiza de 6-1 para pasar a la final, donde lo espera el Cruz Azul.
Y de desgracia para la UNAM, cuyo portero El Pollo Saldívar dejó de ser garantía y entregó su marco para tiros fáciles y difíciles.
Con un encuentro así, tan desnivelado, la humillación era cosa de cantar gol tras gol sin importar quién y cómo tiraba, desbordaba, centrada o se burlaba de los azules hoy vestidos de blanco.