Antiguas armas samuráis serán expuestas en Antropología

México, D.F.- Una espada de más de 300 años de antigüedad, que perteneció a la familia del guerrero Ieyasu Tokugawa, triunfador de la última gran batalla librada en 1600 entre los diversos señoríos samurái y unificador de Japón, será mostrada en una exposición temporal procedente de ese país asiático, que abrirá al público en el Museo Nacional de Antropología este fin de semana.

Dicho objeto, que data del siglo XVIII, es considerado tesoro de la Provincia de Aichi, Japón, debido a su importancia por haber pertenecido a ese linaje que detentó el poder de 1600 a 1868.

Bajo el título Samurái. Tesoros de Japón, la exposición, organizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), permitirá al público mexicano acercarse al simbolismo de diversas piezas de arte de esa antigua civilización, y que forman parte del imaginario japonés moderno en el mundo.

El sable de acero —conocido como katana (que en español significa filo único, o de un solo corte)— tiene una funda de madera lacada de color café y diseños en dorado, así como un cordón verde con café al nivel de la empuñadura; mide poco más de un metro. Ésta y otras decenas de piezas que se exhibirán en México, proceden de la Ciudad de Nagoya, ubicada en la Provincia de Aichi.

Ieyasu Tokugawa fue el guerrero samurái que hace más de 400 años, durante la última gran batalla (llamada Sekigahara), enfrentó a los principales señores y clanes que luchaban por obtener el poder. Como consecuencia de esa guerra, el célebre combatiente mandó edificar el Castillo de Nagoya —del cual se podrá observar una maqueta—, como reconocimiento de su triunfo, mismo que fue construido por los grupos derrotados, como símbolo de servilidad y lealtad al señor vencedor.

“Esta muestra, curada por arqueólogos nipones del Museo de la Ciudad de Nagoya, retrata al Japón de los siglos VII al XIX, en los cuales se desarrolló la cultura de los samurái, grandes señores de la guerra que eventualmente tomaron el control del país por encima del propio emperador que, aunque siempre estuvo presente, perdió influencia y poder”, explicó Miguel Báez Pérez, coordinador académico de la exposición internacional.

Los samurái tienen su origen en la cultura japonesa Kofún, que se desarrolló de los siglos III al VII, y se caracterizó por la práctica de la guerra a través de militantes obtenidos por reclutamiento. Años más tarde (de los siglos VII al X), comenzó la formación de clanes de guerreros al servicio de un señor, conocidos como samurái (palabra japonesa que en español significa sirviente), que transformaron la milicia como una forma de vida hereditaria y obligatoria que se aprendía desde la infancia.

De acuerdo con el coordinador de la muestra, a partir del siglo X fue instituido el gobierno militar bajo el cual los guerreros japoneses obtuvieron poder y reconocimiento social, lo que provocó que la figura del emperador pasara a segundo orden.

“Casi 300 años después —abundo Báez Pérez—, el poderío samurái se fortaleció durante el periodo Sengoku (1467-1568), conocido también en Japón como Periodo de los Estados Combatientes, debido a la gran inestabilidad y continuas luchas entre los distintos clanes existentes, entre los que destacan la familia Taira y el señorío Minamoto.

“Durante dicho periodo de batallas constantes se forjaron hermosas y detalladas flechas, arcos y, sobre todo, el arma por excelencia que todo samurái debía poseer: la katana, símbolo de fortaleza y determinación”.

Fue en el siglo XIV que surgieron cinco escuelas de forjadores de espadas, que continúan hasta nuestros días, pasando de generación en generación la enseñanza del difícil “arte” de la elaboración de katanas, que tardan hasta más de tres meses cada una, con tres personas dedicadas en su creación.

Primero se utiliza polvo de hierro sin impurezas, que es mezclado con leña y piedra de carbón para formar un metal de alta calidad, que es la materia prima con la que se hará la espada; 36 horas después los mejores pedazos de este nuevo material son elegidos por el maestro fundidor, los cuales son envueltas en papel y cubiertas con ceniza para evitar su oxidación.

Posteriormente, dicho metal es expuesto a más de 300 grados de temperatura para ser martillado varias veces, hasta lograr la fusión uniforme de todos los materiales y formar un solo bloque, mismo que es doblado a la mitad y martillado hasta 16 veces, característica propia de las katanas.

A continuación, se hace el proceso de endurecimiento de la espada, para ello, el bloque de metal es cubierto de arcilla y carbón en polvo, que sirven como elementos de protección ante la altísima temperatura a la que será expuesta (800 grados centígrados); una vez caliente, al rojo vivo, la espada es sumergida en agua fría para que las partículas de acero se endurezcan.

Finalmente, se realiza el proceso de pulido y filo de las katanas, que los creadores de espadas hacen con ciertas piedras. “Los constantes martillazos, y el proceso de endurecimiento, otorgan a las espadas japonesas una característica única: una doble coloración, mucho más oscura en la parte gruesa, y un tono grisáceo más claro en el filo de la espada, donde se concentra el acero”, explicó el arqueólogo Miguel Báez.

Samurái. Tesoros de Japón incluirá katanas y naginatas elaboradas por renombrados artesanos, las cuales se caracterizaban por tener grabado el nombre del lugar y la firma (mei) del herrero o de la familia dedicada al forjamiento de espadas, lo que daba estatus al guerrero que las portaba.

Ejemplo de lo anterior es la naginata, de 96 centímetros de largo y 2.6 de ancho, que fue hecha por la familia de herreros Unsh?, como los refiere la firma que posee cerca del mango; esta arma data del siglo XIII o XIV.

En la exposición se mostrarán fragmentos de minerales, así como de los metales (acero y hierro) utilizados para la elaboración de las espadas, y se explicará el proceso metalúrgico a través de un video.

“Si bien los samurái utilizaron en su mayoría las hojas de espadas y katanas en los siglos XII al XVI, anteriormente (durante los siglos X y principios del XI) los guerreros luchaban a caballo portando arcos y flechas, principalmente”, mencionó el arqueólogo.

Al respecto, se mostrarán nueve puntas de flecha, de 13 y hasta 36 centímetros de largo hechas en acero, las cuales tienen diversas figuras en el remate, como el trébol, corazones y flores.

Fue hasta 1560 cuando los guerreros japoneses comenzaron a usar rifles durante sus combates, aunque solo por 40 años, porque después llegó la unificación japonesa y con ella el abandono de las armas, concluyó Báez Pérez.