En el macizo montañoso de Arlberg, situado en el oeste de Austria, los paisajes alpinos sobrecogedores se combinan con un ambiente acogedor en el que el deporte de la nieve reina por la mañana, mientras que por la tarde y la noche son los centros de bienestar y una excelente gastronomía lo que acapara la atención de los visitantes.
Veinte kilómetros de carretera montañosa separan St Anton Am Arlberg, la población más grande de la zona, de Lech, famosa por sus excelentes restaurantes. En el trayecto se pasa por las otras tres poblaciones de Arlberg: Zürs, St Christoph y Stuben. Las cinco comparten su aspecto tradicional tirolés y una apuesta por la oferta turística de calidad.
Durante siglos Arlberg fue una región de paso –comunica las regiones austriacas de Tirol y Vorarlberg– pero de difícil acceso a causa de las tormentas de nieve y al riesgo de avalanchas. La inauguración del Arlbergbahn (tren de Arlberg) en 1884) y de las impresionantes carreteras que cruzan los puertos de Arlberg y de Flexen en el siglo XX cambiaron radicalmente la vida de estas montañas.