Biblioteca ‘José Vasconcelos’ cumplirá 5 años sin celebraciones

La Biblioteca José Vasconcelos que nació con la idea de ser la “Catedral de la Lectura”, llega el próximo 16 de mayo a sus primeros cinco años de vida, convertida en un centro cultural en donde lo mismo se ofrecen conferencias sobre matemáticas que lecturas para niños a cargo de figuras del espectáculo y la televisión como Michelle Vieth, pero sobre todo con el estigma de ser el máximo símbolo de la ineficacia, la impunidad y la corrupción de los funcionarios culturales del régimen del cambio democrático.

En el 2006 muchas fueron las promesas de la también llamada “joya de la corona” del proyecto cultural foxista, entre ellas, ser el cerebro de la Red Nacional de Bibliotecas que daría cabida a casi dos millones de libros al servicio de tres millones 650 usuarios al año.

Hoy, el acervo sigue siendo casi el mismo con el que inició: de 500 mil ejemplares ascendió a 575 mil. Y en cinco años, tomando en cuenta los 21 meses que permaneció cerrada tras el escándalo de las fallas de construcción evidentes tras su premeditada apertura dados los tiempos electorales, ha sido visitada por cerca de dos millones de personas y desde diciembre del 2007 se perfiló como un “centro cultural”.

Otra de las grandes aportaciones de la biblioteca iba a ser el jardín botánico que, se dijo entonces, tomaría entre 20 y 50 años crearlo. Incluso, el arquitecto Alberto Kalach, a quien se le debe la obra, aseguró en el 2006 que su despacho, según lo acordado con Sari Bermúdez, ex titular del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), instituiría una comisión para darle seguimiento por cinco años más.

El jardín nunca fue una realidad ni lo será, pues se determinó mediante la Función Pública que el Conaculta, de quien dependería, no es una instancia de investigación científica por lo que era incapaz de crearlo y mantenerlo. A la fecha, el espacio destinado al proyecto y por el que se pagaron 38 millones 976 mil pesos a la empresa Rhom Construcciones, continúa cerrado al público y es “sólo un invernadero”, atendido por unos jardineros de una compañía contratada por el Conaculta.

Y no es accesible porque no cuenta con las medidas mínimas de seguridad y, sobre todo, no está adaptado ni equipado para ser atractivo al público. Aunque de acuerdo con algunos empleados, se encuentra “mejor que nunca”, pues, entre otras cosas, lograron que la tierra pudiera ser viable para las plantas y “está limpio”. Ése, ha sido el mejor destino que ha tenido hasta ahora.

Otra de las ofertas importantes que tendría la biblioteca era el servicio de cafetería, misma que fue concesionada a la empresaria Vanessa de la Llata, que, en diciembre del 2008, cuando fue reabierta, denunció que durante los trabajos que mantuvieron cerrado el recinto, del cual no fue informada, dañaron su equipo, por lo que interpuso una demanda por daños económicos por más de tres millones 780 mil pesos.

Al respecto Gildardo López Hernández, entonces director jurídico del Conaculta, reconoció que el organismo nunca le notificó a la empresaria del cierre de la Biblioteca, y aseguró que el asunto se resolvería mediante una negociación, incluso prometió que el servicio se restablecería.

Según una empleada del inmueble, a más de dos años del incidente, el asunto sigue en litigio y en el lugar donde debió estar la cafetería se encuentra una sala de lectura en donde puede ser consultada una parte de la “colección especial” del periodista cultural Jorge Luis Espinosa, fallecido en noviembre del 2009, y quien en los últimos años de carrera fue cercano a la actual presidenta del Conaculta, Consuelo Sáizar.

Uno de los grandes pendientes es la situación laboral de la mayoría de los 167 empleados del recinto, que dependen de la Dirección General de Bibliotecas del Conaculta, quienes desde el inicio laboran bajo el régimen de eventuales, cuyo contrato suprime cualquier posibilidad de seguridad laboral. De hecho, no se usa la palabra “trabajador” para designarlos, sino que se emplea el término “prestadores de servicios”.

Aciertos y errores

La Biblioteca Vasconcelos cuenta con una página de Facebook con 8 mil 373 seguidores, en la que, además de su página oficial, se invita a participar en sus actividades académicas y culturales, las cuales de enero del 2009 a la fecha suman alrededor de mil 593 entre ciclos de lectura, conciertos, talleres, exposiciones, obras de teatro, presentaciones de libros, conferencias, entre otras, que han sido disfrutadas por unas 210 mil 505 personas, según datos oficiales.

Entre las actividades más celebradas están conciertos de orquestas, las presentaciones de la soprano Lourdes Ambriz y el flautista Horacio Franco; entre las más denostadas, el programa Leer para soñar y transformar que hace el recinto con Fundación Televisa.

Algunos usuarios de la red social apuntan que aún faltan servicios de primera necesidad para los usuarios como equipos de fotocopiado, mayor velocidad de internet, rigor en la exigencia de la devolución de materiales en préstamo, mayor eficacia en la credencialización pues desde hace tres meses se entregan credenciales provisionales que podría ser susceptibles de falsificación, las cuales se otorgan así porque “se agotó la impresora de las plastificadas”.

A decir de una de las frecuentes usuarias, aunque el acervo es “muy bueno” pues posee títulos difíciles de hallar en bibliotecas importantes como las de la Universidad Nacional Autónoma de México, el robo es cada vez más frecuente. “Me consta que han sido robadas ediciones de buenas obras, lo que demuestra que no son sustracciones arbitrarias”, explicó a este diario la usuaria, quien aseguró que sus quejas constantes a las autoridades del recinto no han sido atendidas.

Otros seguidores han denunciado la mala condición en la que se encuentran algunos de los baños, así como la falta de funcionamiento de dos de los elevadores, situación que fue corroborada por este diario durante un recorrido.

Sin deslinde de responsabilidades

El proyecto de la Biblioteca Vasconcelos comenzó con más detractores que adeptos. Una vez terminado, fue motivo de escándalo a los pocos días de su apertura, luego de que las lluvias de mayo dimensionaron las fallas de construcción. Pronto se destapó la cloaca y a la Megabiblioteca se le conoció también como la megatransa.

No sólo se demostró la premura de la inauguración aún con áreas inoperables, incluso sin estar clasificado en su totalidad el acervo inicial, sino también se cuestionó el costo final del recinto que en el 2007 se estableció que de mil millones se elevó a dos mil trescientos millones de pesos en dos años. Uno de los personajes que más denunció las fallas que envolvieron a la Biblioteca fue Alfonso Suárez del Real, diputado del Partido de la Revolución Democrática (PRD) e integrante de la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados.

A la distancia, el ex legislador sentencia: “La Megablioteca fue y seguirá siendo el símbolo de la falta de interés por la cultura del gobierno panista. La Comisión acreditó que el costo total de la biblioteca fue de más 2 mil millones, pero en su momento solicitamos que nos informaran cuánto costaría su mantenimiento anual, nunca nos dijeron y seguimos sin saberlo. Todo lo que envuelve a la biblioteca se continúa manejando con opacidad, hay cosas que desconocemos, como ¿por qué los empleados siguen siendo eventuales?”

Para Suárez del Real, la biblioteca es también el paradigma de la impunidad, porque todas las acciones jurídicas que a nombre de la población hicieron los legisladores “no sirvieron de nada”. Cita otro de los escándalos más sonados, la renuncia de Saúl Juárez en 2007 a la Dirección General de Bibliotecas por haber autorizado a una tienda departamental una sesión de fotografías en el recinto, violando la Ley General de Responsabilidades de los Servidores Públicos y diversos reglamentos, como el de Bibliotecas y el de Protección Civil.

“Nosotros denunciamos eso y nunca pudimos saber a dónde fueron a parar los recursos que se cobraron por aquella sesión de fotos”, dice.

Entre las denuncias más graves que se quedaron en el aire, agrega, fueron las realizadas en contra del Comité Administrador del Programa Federal de Construcción de Escuelas (CAPFCE), que desapareció del organigrama del Gobierno Federal en el 2008 y en su lugar se creó el Instituto Nacional de Infraestructura Física Educativa (INIFE), organismo que en ese año entregó las instalaciones al Conaculta. “Ni al Comité ni al Instituto se les puede ya reclamar nada, se quedaron impunes”, lamenta Suárez del Real.

Tampoco prosperaron las denuncias penales ante la Procuraduría General de la República contra quienes resultaran responsables por los desperfectos en la construcción, apertura precipitada y desvío de recursos.

“Eduardo Medina Mora (ex procurador) se comprometió con nosotros para investigar todo lo relacionado con la Biblioteca, desde las fallas hasta la posible malversación de fondos. En eso estábamos cuando se peleó con Genaro García Luna (titular de la Secretaría de Seguridad Pública) y se fue de embajador al Reino Unido. Luego vino Arturo Chávez Chávez y no movió ni un dedo. Así que todo quedó ahí… en nada”.

“¿Qué le dejó la Biblioteca?”, se le pregunta: “Como representante popular me quedó un pésimo sabor de boca, porque no importa que uno tenga acceso a información, que tengas más posibilidades de cuestionar, de preguntar, nada interesa si el sistema logra que los representantes de la población sean incapaces de lograr que se deslinden responsabilidades.

“Ahora, en un país violentado en donde hay regiones en las que no pueden ni salir a la calle por el riesgo de ser asesinado, ¿a quién le importa la cultura?, ¿a quién le importa ya todo lo que implicó la Megabiblioteca en términos de corrupción? Sólo podremos aspirar a que haya un cambio de gobierno y entonces insistir en una investigación que lleve al deslinde de responsabilidades”.

“Le cayó el oscurantismo”

A propósito de los cinco años de la biblioteca, se le solicitó una entrevista a Federico Hernández Pacheco, quien durante la gestión de Sergio Vela, sucesor de Bermúdez, fue titular de la Dirección General de Bibliotecas hasta agosto del 2009 cuando asumió la dirección de la Biblioteca, pero no se obtuvo respuesta.

Sin embargo, personal del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes informó a este diario que respecto al tema sólo se daría a conocer en los próximos días una numeralia que daría cuenta de los avances y logros del recinto.

Lo cierto es que, según la misma fuente, a la Megabiblioteca “le cayó el oscurantismo”, por lo que aún no es momento de festejar ni de hablar de la vida del recinto, por ello, tampoco se llevará a cabo ninguna actividad celebratoria por el primer lustro.

Agencia El Universal