Precedida de un gran éxito durante su estancia en Australia y Nueva Zelanda, donde más de 220 mil personas tuvieron la oportunidad de conocer el desarrollo de la también llamada cultura mexica, la magna exposición Los aztecas, el pueblo del sol llega al Museo Pointe-à-Callière de Historia y Arqueología de Montreal, en Canadá.
Desde el 29 de mayo, los visitantes de esa metrópoli podrán apreciar esta exhibición hasta el 25 de octubre. La muestra reúne cerca de 250 piezas alusivas a la fundación de México-Tenochtitlan, hacia 1325; su consolidación a lo largo de sólo dos siglos a través de la expansión militar, y su caída a manos de los conquistadores españoles.
Organizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y el recinto canadiense, la exposición es una oportunidad para mostrar al público de este país norteamericano los mitos que inspiraron a esta civilización a emprender un largo peregrinaje —el cual pueden observar mediante un facsimilar del Códice Boturini— a fin de encontrar el lugar designado por su dios Huitzilopochtli para fundar su ciudad: un lago, lo que implicó un desafío y el cual es explicado mediante recursos multimedia.
Las excelsas piezas que componen la colección de Los aztecas, el pueblo del sol: esculturas en piedra basáltica y cerámica, artefactos líticos, objetos votivos en piedra verde, hueso, concha y estuco, entre otros materiales, dan cuenta de aspectos rituales como el Juego de Pelota, escenario donde los adversarios recreaban la lucha cósmica; o el sacrificio humano y su componente bélico.
La muestra se vale de recursos visuales, como una reproducción del mural pintado por Diego Rivera en Palacio Nacional, El mercado de Tlatelolco, para ejemplificar el amplio comercio que las ciudades gemelas de Tlatelolco y Tenochtitlan, y en general la Triple Alianza (completada por los señoríos de Tlacopan y Texcoco), conseguían mediante el avance militar.
Otro aspecto sobre el que abunda el discurso museográfico es la manera en que se erigió el Templo Mayor, un edificio dedicado a los dioses mexicas tutelares Huitzilopochtli, dios guerrero y solar, y Tláloc, dios de la lluvia, y por ende, de la agricultura. El desarrollo del Proyecto Templo Mayor (PTM), encabezado por el INAH, en los restos de esta edificación ha sido clave para comprender la forma en que esta construcción se expandía conforme asumía el poder un nuevo gobernante.
El montaje en elPointe-à-Callière de Historia y Arqueología de Montreal (integrado con obras provenientes de 16 recintos, en su mayoría del INAH, entre ellos los museos del Templo Mayor y Nacional de Antropología) cuenta con piezas halladas durante las excavaciones arqueológicas del PTM y del Programa de Arqueología Urbana (PAU).
El arqueólogo Raúl Barrera, director del PAU y curador de la exposición, detalló que en el recorrido (constituido por seis núcleos temáticos) sobresalen una escultura de un guerrero águila elaborada en cerámica y cubierta deestuco; una máscara cráneo decorada con pedernal, concha y pirita, y una olla Tláloc de cerámica policroma.
El arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, fundador del Proyecto Templo Mayor, explicó que es un privilegio poco frecuente conocer el alfa y omega de una ciudad antigua. En ese sentido, “tanto Tenochtitlan como Tlatelolco nos aportan datos que se refieren a los inicios y al final de ambas ciudades.
“Después de cerca de 200 años de existencia —añadió— las dos ciudades tuvieron que enfrentar al enemigo común: los españoles y sus aliados indígenas que querían liberarse del yugo al que los tenía sometidos Tenochtitlan. Lo que sigue es historia. Cortés avanza hacia Tenochtitlan reforzado con indígenas enemigos”.
Los aztecas, el pueblo del solcierra una reflexión en torno a la trascendencia de los símbolos prehispánicos en el México independiente, moderno y contemporáneo, de manera que el emblema del águila devorando a la serpiente (augurio para la fundación de Tenochtitlan) está reflejado en el Escudo Nacional, e incluso el nombre de nuestro país, México, es un homenaje a ese pasado.
A la apertura de la muestra, que podrá ser vista por el público a partir del 29 de mayo, acudió en representación de Teresa Franco, directora general del INAH, José Enrique Ortiz Lanz, coordinador nacional de Museos y Exposiciones.