Caracol marino cruzó México volando

Una especie de caracol marino cruzó Centroamérica, considerada durante mucho tiempo una barrera impenetrable para los organismos marinos, en dos ocasiones en los últimos millones de años volando a través de México, pegado en las piernas o en los estómagos de aves playeras.

Científicos del Instituto de Investigación Tropical Smithsoniano determinaron que el caracol introdujo nuevos genes que contribuyeron a la biodiversidad marina en cada costa, la del Atlántico y la del Pacífico.

«Así como la gente utiliza los aviones para volar en el extranjero, los caracoles marinos pueden usar las aves para volar sobre la tierra. Lo que ocurre con mucha menos frecuencia. También hay una gran diferencia entre uno o dos individuos que terminan en un nuevo lugar, y una invasión con verdadero éxito, en el que varios animales logran sobrevivir, reproducirse y establecer nuevas poblaciones», dijo Mark Torchin, científico del Smithsonian al portal Science Daily.

Mediante el estudio de la genética de dos especies hermanas de caracoles de Hornos, Cerithideopsis californica y C. pliculosa recogidas en 29 lugares diferentes en marismas y manglares de California a Panamá en el Pacífico y desde Texas hasta Panamá en el Atlántico, los investigadores descubrieron que, alrededor de 750 mil años atrás, estos caracoles invadieron el Atlántico al trasladarse del Pacífico, y luego, alrededor de 72 mil años atrás, las poblaciones del Atlántico volvió a invadir las costas del Pacífico.

«Las aves playeras en su mayoría van y vienen a través de América Central a través de un par de rutas. Creemos que los caracoles eran capaces de cruzar el Istmo de Tehuantepec en México, porque es una ruta migratoria de aves muy importante. Es una zona relativamente plana y estrecha de la tierra con hábitat ideal de las mareas planas a ambos lados», dijo Torchin.

«Existe la posibilidad de que los caracoles polizones beneficiaran a las poblaciones indígenas mediante la incorporación de nuevos genes que les ayudó a resistir a los parásitos comunes que castraron a los caracoles y evitaron que se reprodujeran. Ahora estamos buscando los genes del parásito para ver si saltó de América Central también», dijo Ryan Hechinger, biólogo investigador asociado de la Universidad de California en Santa Barbara.

El descubrimiento de los caracoles polizones, publicado en la revista Proceedings of the Royal Society B, tiene amplias implicaciones acerca del origen de la biodiversidad.

«No sólo los caracoles, muchos organismos intermareales puede ser capaces de volar con las aves», dijo el autor principal del estudio, Osamu Miura, profesor asistente en la Universidad de Kochi Japón y ex estudiante postdoctoral en el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales en Panamá.

Este tipo de eventos fortuitos en el que los animales se cruzan una barrera que resulta en graves consecuencias para la diversidad de la vida en la Tierra se denominan «dispersión por sorteos», término acuñado por George Gaylord Simpson en 1940, quien estudió la historia natural, registrado en los fósiles.

A veces, eventos como resultado de devastadoras invasiones biológicas – la introducción de nuevas enfermedades, acabando con las especies residentes o causar daños económicos a los cultivos alimentarios. Pero en esta ocasión ayudó a la biodiversidad.

Agencia El Universal