Celebran 37 años del descubrimiento de ‘la joya’ arqueológica de Cacaxtla

México, D.F.- Hace 37 años, pobladores de San Miguel del Milagro (municipio de Nativitas, Tlaxcala) encontraron por accidente uno de los primeros murales prehispánicos del sitio de Cacaxtla, y lo notificaron al párroco, quien dio aviso a las autoridades del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta); así arrancó la exploración de “la joya” de la arqueología en Tlaxcala, cuyo descubrimiento es conmemorado en el Festival Xochitécatl-Cacaxtla, que se desarrolla hasta el 22 de septiembre.

Para celebrar este acontecimiento, ocurrido en octubre de 1975, se realiza una serie de actividades académicas y artísticas, entre ellas el Congreso Internacional Tlaxcala, Pasado y presente, Investigaciones antropológicas recientes, con la participación de investigadores nacionales y extranjeros que han explorado el sitio prehispánico; además de conciertos, presentaciones de danza, una exposición fotográfica, un encuentro de “tiemperos” y, para la clausura, una noche de estrellas.

Organizado por el Instituto Tlaxcalteca de la Cultura, la Universidad Nacional Autónoma de México y el Centro INAH-Tlaxcala, el Festival Xochitécatl-Cacaxtla desarrollará dicho congreso los días 20 y 21 de septiembre en la Pinacoteca del Estado (en la capital de esa entidad), donde se hará un recorrido por la historia de esta antigua urbe de filiación olmeca-xicalanca, desde los primeros asentamientos en los periodos Formativo (1600 – 800 a.C.) y Preclásico (800 a.C.-100 d.C.); pasando por la primeras ciudades del Epiclásico (100-950 d.C.), hasta los estados y señoríos del periodo Posclásico (900-1521).

También se incluirá una mesa de estudios antropológicos, en torno a los procesos del periodo colonial hasta la actualidad. Además del arte que se desarrolló en Cacaxtla, reflejado con maestría en sus características pinturas murales, de factura impecable e iconografía única, creadas entre 800 – 1000 d.C.

Al respecto, la restauradora Diana Molatore Salviejo, directora del Museo Regional del INAH, y quien trabajó la conservación de dichas obras pictóricas de 2002 a 2007, abordará los distintos proyectos de preservación que han tenido lugar en el sitio, desde 1975 hasta la fecha.

Explicó que Cacaxtla consta de una plataforma, denominada el Gran Basamento (de 200 por 110 metros), que fue construido sobre un cerro (a 25 metros de altura), mediante el uso de estructuras de tepetate y adobe, en el que se levantaron “adoratorios, plataformas, plazas, pirámides, que forman parte de un conjunto económico-administrativo y ceremonial”.

La restauradora Molatore Salviejo explicó que “la pintura mural fue plasmada sobre dichas superficies al fresco con colores mezclados con la cal, mucílago y goma de nopal que permitía mayor adherencia al soporte”. Los principales murales del sitio son La Batalla, que muestra personajes con atuendos de pájaros y de jaguar; el Templo Rojo, que tiene una cenefa con plantas y animales acuáticos, así como el Templo de Venus.

En la mayoría de los murales se utilizó “una paleta básica de cinco tonos: rojo óxido de hierro, amarillo ocre, azul maya, negro de humo y el blanco de la cal. Estos colores podían ser mezclados encontrándose diversas tonalidades y algunos colores secundarios”, abundó.

La especialista comentó que en tiempos prehispánicos la ubicación de Cacaxtla fue estratégica, porque el basamento al ser construido sobre un cerro estaba protegido por barrancos en dos lados, lo que le dio una buena posición defensiva natural, situada entre los valles de los ríos Atoyac y Zahuapan. Además, desde allí se dominan, hacia el sur, el valle de Puebla, y hacia el norte, el de Tlaxcala.

Molatore Salviejo recordó que tras el hallazgo del sitio prehispánico, las estructuras y los murales del sitio arqueológico quedaron expuestos a las inclemencias del clima. Para protegerlos, en 1989, se colocó una enorme techumbre sobre el cerro; en mayo de 2007, una tormenta de granizo tiró un extremo de este techo, por lo que tuvo que ser reforzado.

“A 37 años de su descubrimiento, Cacaxtla ha sido uno de los sitios más estudiados, donde se han aplicado “estudios de radar, mecánica de suelos, monitoreo de grietas, estudios fotográficos, monitoreo climático, prospección geofísica, análisis de estabilidad estructural, levantamiento y control topográfico, análisis de químico de suelos, entre otros”.

En Cacaxtla “se ha hecho mucho por parte de arqueólogos y restauradores, conformando equipos de trabajo multidisciplinarios para poder dar las mejores soluciones para el sitio. Aún así falta mucho por hacer”, concluyó Molatore.

La exploración de Xochitécatl
La doctora Mari Carmen Serra Puche, coordinadora del Congreso Internacional “Tlaxcala, Pasado y presente”, recordó que en 1993 le tocó excavar el lugar conocido con Xochitécatl, que está frente a Cacaxtla.

Señaló que Xochitécatl, cuyo nombre significa “Lugar de las flores”, es un sitio cercano al poblado de San José Atoyatenco, y fue construido sobre el domo de un volcán extinto de 4 kilómetros de diámetro.

Después de 20 años investigando Xochitécatl, dijo, ahora se sabe que, a diferencia de Cacaxtla que fue una fortaleza con funciones administrativas y rituales, “es el más importante centro ceremonial dedicado a la fertilidad”.

La doctora del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM comentó que las principales estructuras del sitio son la Pirámide Espiral, que se cree que estuvo dedicada a Ehécatl, dios del viento; y la Pirámide de las Flores, donde se descubrieron esculturas de cerámica que representan mujeres jóvenes, maduras y ancianas: “Están en actitud de oración, ataviadas como dirigentes o embarazadas”.

Serra Puche dijo que, después de dos décadas de investigación en el sitio, ha llegado a la conclusión de que la pirámide Espiral es una representación del Popocatépetl y la Pirámide de las Flores, una evocación del volcán conocido como La Malinche.

“No hay que olvidar —dijo— que el sitio tuvo dos fases de ocupación, primero durante el periodo Formativo (750 a.C.) y tuvo que ser abandonado por la erupción del volcán Popocatépetl, hacia los años 100 y 200 de nuestra era; fue reocupado alrededor del año 650 después de Cristo, en el periodo Epiclásico, que coincide con el colapso de Teotihuacan”.

Cada uno de estos sitios representan la guerra y el poder vinculado al ámbito masculino y celeste (Cacaxtla) y la agricultura y las lluvias, asociadas en la religión con la tierra y la fertilidad femenina (Xochitécatl), concluyó Serra Puche.