En México, sólo 30% de las aguas municipales contaminadas reciben algún tipo de tratamiento, y de la generada por la industria, la de mayor nivel de suciedad, sólo se trata el 15%. Ante ello, Iván Salgado Tránsito, alumno del doctorado en Ingeniería de la Energía, del Centro de Investigación en Energía de la UNAM, construyó una planta solar piloto para el tratamiento fotocatalítico de líquido residual.
Salgado diseñó un colector para captar la radiación del Sol y dirigirla a un reactor; después se trabajó en el sistema hidráulico y de censado para medir en tiempo real el pH, el oxígeno disuelto, la temperatura, el flujo y la demanda química de oxígeno, que mide el nivel de contaminación hídrico.
El científico se basó en los métodos de tratamiento terciarios que utiliza procesos físicos y químicos avanzados como la adsorción, intercambio iónico y procesos de oxidación avanzada.
«Estos últimos involucran la generación de agentes de alto poder oxidante, principalmente radicales hidroxilo. Dentro de este grupo se encuentra la fotocatálisis, principio físico en el que se sustenta la planta diseñada y elaborada en el Centro de Investigación de Energía (CIE), con la dirección de mi tutor de tesis, Antonio Jiménez González», indicó en el Aula Magna Jacinto Pallares de la Facultad de Derecho de esta casa de estudios.
La fotocatálisis es la aceleración de una reacción química ante la presencia de un catalizador fotosensible. Se emplea una película de dióxido de titanio inmovilizada sobre tubos de vidrio como material semiconductor y catalizador, que al interactuar con radiación solar concentrada en forma de radicales de alto poder oxidante que permiten degradar moléculas orgánicas contaminantes en el agua.
El universitario comentó que con este tipo de tecnología se pueden tratar residuos líquidos de la industria farmacéutica y textil; asimismo, descompone en su totalidad tóxicos presentes en jabones, pesticidas, herbicidas o hidrocarburos y, en general, todo tipo de contaminantes orgánicos.
La ventaja de esta tecnología es que se aprovecha la energía del Sol y no se generan contaminantes peligrosos, sólo es agua y dióxido de carbono.
Otra ventaja es que se pueden eliminar contaminantes no biodegradables o tóxicos para los organismos vivos, como el agua residual de antibióticos desechados por las industrias farmacéuticas.
El doctorante aclaró que tanto el volumen de agua a tratar y el tiempo que tarde el proceso depende del tipo de contaminante y de su resistencia. Por ejemplo, algunos colorantes se pueden degradar en 20 minutos, otros tardan hasta seis horas.
«Algo importante es que en el desarrollo de esta tecnología se cuidó que fuera elaborada con materiales resistentes y comerciales para que, en un futuro próximo, pueda ser transferida y reproducida a nivel industrial», dijo.
Agencia El Universal