Casualidad o no, Cleopatra y César Augusto, enemigos acérrimos, parecen condenados a la confrontación incluso en la Roma del siglo XXI. La exposición Cleopatra. Roma y el hechizo de Egipto, hasta el 2 de febrero de 2014 en el Chiostro del Bramante, coincide en la capital italiana con la muestra Augusto, hasta el 9 de febrero de 2014 en las Escuderías del Quirinal, que conmemora los 2.000 años de la muerte del primer emperador romano.
Cleopatra VII, la última reina de Egipto, quien reinó entre los años 51 y 30 a.C., marcó decisivamente el destino de su época y continúa ejerciendo un encanto irresistible. Dicen que su belleza no era del todo incomparable, pero que era terriblemente seductora, culta y refinada, dotada de un fuerte temperamento y de una personalidad libre e independiente.
La muestra, comisariada por Giovanni Gentili, indaga en la vida de esta misteriosa reina y en la impronta que dejó en Roma, donde se extendió una verdadera “egiptomanía”. Un buen número de artistas y artesanos alejandrinos se trasladaron a Roma y a otros centros del Imperio para satisfacer las crecientes demandas de la clase patricia.
Obras inéditas.
La exposición reúne 180 obras maestras procedentes de los museos italianos más importantes (Museo Egipcio de Turín, Museos Vaticanos, Museos Capitolinos, Museo Nacional Romano, Museo Arqueológico Nacional de Nápoles, Museo Egipcio de Florencia) y de las más notables instituciones museísticas europeas (Museo Británico, Museo del Louvre y el Kunsthistorisches Museum de Viena).
Cabe destacar el retrato de Cleopatra, denominado “Nahman”, expuesto por primera vez en Italia; un retrato de Octavia, esposa de Marco Antonio y hermana de Augusto, reelaborado como Cleopatra y expuesto por primera vez en todo el mundo; un retrato de la reina de Egipto a una edad muy joven, realizado probablemente cuando ascendió al trono, también inédito; el Alejandro Magno “Guimet” del Museo del Louvre, una obra maestra de la escultura helenística; un bronce inédito que representa a Alejandro Helios, hijo de Cleopatra y Marco Antonio; y el espectacular mosaico del Nilo, del Museo de Priverno, prácticamente desconocido.
