La Compañía de Jesús, los retablos tallados en madera y recubiertos en hoja de oro, y las esculturas de santos, ángeles y arcángeles que forman parte del acervo del Museo Nacional del Virreinato, han sido una constante en la vida de la historiadora María del Consuelo Maquívar Maquívar, quien el próximo jueves 24 de septiembre dictará la ponencia Un camino para el estudio de las imágenes, como parte del Ciclo de Conferencias Trayectorias, en la Dirección de Estudios Históricos.
Ya sea por el destino o una simple coincidencia, la doctora Maquívar optó por el camino de la investigación, la docencia y la curaduría, disciplinas que ha ejercido durante cuarenta años con gran pasión. “La historia no es para hacerte millonario, pero es una necesidad personal de entender el pasado, y cuando se empieza a estudiar es como un pozo que no tiene fin”.
Si bien la investigadora emérita del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) tiene fuertes lazos con el Museo Nacional del Virreinato, del que fue directora en dos ocasiones, sus recuerdos de infancia y juventud la ligan a otro edificio: la antigua casona que alberga las oficinas del Instituto en la calle Córdoba, colonia Roma.
La construcción de patios alargados fue sede del Colegio Oxford, donde estudió la primaria y tiempo después impartió clases durante 13 años. En ese lugar de vivencias infantiles, también fue entrevistada para obtener su primer trabajo en el Museo Nacional del Virreinato en Tepotzotlán. “Es interesante cómo la vida siempre te regresa al mismo lugar”, recuerda con nostalgia la investigadora emérita del INAH.
“En la colonia Roma viví mi niñez, adolescencia y parte de mi juventud; durante años caminé sus calles y me dolió mucho verla quebrada por el terremoto de 1985. Afortunadamente la casa de mi madre no sufrió daños”, explica Maquívar.
En su juventud, una vez que terminó la carrera de profesora normalista, sus pasos la llevaron a la Universidad Nacional Autónoma de México, donde obtuvo la Licenciatura en Historia. En esa época “tuve la fortuna de tener entre mis maestros a Alberto Ruz, quien impartía Cultura Maya; Miguel León Portilla nos daba clases de Náhuatl; Edmundo O’Gorman, Filosofía, y Manuel González Galván fue mi profesor de Arte Latinoamericano.
“Francisco de la Maza nos inculcó el interés por la iconografía y la importancia de preservar nuestro patrimonio”. Durante sus años de estudio compartió banca con otros grandes historiadores como Alfredo López Austín, Álvaro Matute, Xavier Cacho, Julia Tuñón y María Teresa Lozano.
Realizó su Maestría y el Doctorado en Historia del Arte en la UNAM. Ha impartido cátedra de Arte Universal, Colonial y de Historia del Arte en diversas instituciones académicas, entre ellas la Universidad de las Américas y la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM), así como la UNAM. “Siempre es muy enriquecedor trabajar con los jóvenes, porque me obliga a estar actualizada”.
Estudiosa de los jesuitas, la doctora Maquívar afirma que la ideología de su fundador, Ignacio de Loyola, nunca la marcó de forma personal, pero sí lo hizo en su trabajo. “Siempre ha existido una conexión con la Compañía de Jesús y todo lo que hizo en la Nueva España, pero el interés surgió al trabajar en Tepotzotlán”, lugar donde incluso ella fue bautizada.
Su tesis de licenciatura surgió durante un viaje a Europa, cuando su amigo el sacerdote Xavier Cacho le sugirió escribir sobre los retablos de Tepotzotlán, ya que nadie lo había hecho antes, y su maestra Elisa Vargaslugo la ayudó a ingresar al Museo del Virreinato para iniciar su aventura. “Sin querer, la vida me fue presentando ese camino, y el hecho de tener la oportunidad de trabajar entre esos muros te hace querer saber más”.
La historiadora recordó que para hacer su tesis de maestría se propuso analizar la colección de esculturas del museo, pero no para hacer un catálogo, como lo hacían los historiadores del arte de aquella época, sino para estudiar a los imagineros, es decir, a los escultores, a los adornadores del credo divino, y así surgió su libro El imaginero novohispano y su obra.
Con esa obra, Consuelo Maquívar fue pionera en la investigación interdisciplinaria, porque cada pieza seleccionada para su texto fue sometida a un análisis formal, histórico, químico y biológico, para saber cómo estaba constituida la pieza.
De lo permitido a lo prohibido. Iconografía de la Santísima Trinidad en la Nueva España es la investigación con la cual se tituló de doctora. El volumen alude a la Trinidad antropomorfa que se puso de moda en México, Colombia y Ecuador.
Su pasión por la historia la llevó a colaborar en la Dirección de Antropología Física del Instituto, donde tuvo la oportunidad de trabajar en 1988 en el proyecto de rescate del monumento a la Batalla del Molino del Rey (que fue destruido por un trascabo); en él participaron arqueólogos, antropólogos e historiadores. Luego del rescate y reubicación, se publicó el libro Molino de rey: historia de un monumento, que da cuenta de lo ocurrido.
Entre sus publicaciones figuran: Los retablos de Tepoztlán; Ángeles y arcángeles; El imaginario novohispano y su obra; La escultura religiosa en la Nueva España y De lo permitido a lo prohibido. Iconografía de la Santísima Trinidad en la Nueva España.
Su trabajo no sólo se ha centrado en la investigación, sino también en la curaduría, lo que le ha permitido dar nuevas lecturas a salas del Museo Nacional del Virreinato y al Museo Regional de Guadalupe Zacatecas, entre otros. Recientemente realizó la curaduría de la exposición Molinos novohispanos. Durante cuatro décadas ha sido investigadora del INAH y actualmente está adscrita a la Dirección de Estudios Históricos, donde participa en el Seminario de Historia de las Mentalidades.