En Cleveland, Ohio, empieza este lunes la convención republicana que, salvo una sorpresa extraordinaria, designará a Donald Trump como el candidato oficial del partido a las elecciones presidenciales de noviembre próximo -según nota de BBC Mundo-.
De hecho, si se presentara algún intento por bloquear la candidatura del magnate -que no acaba de ganar el apoyo completo de la dirigencia de su partido- se convertiría en un momento extraordinario.
Sin embargo es es algo que ya ha ocurrido en una convención republicana: que el candidato más popular y con mayoría de delegados no sea el elegido.
Le presentamos cinco de los momentos más polémicos y extraordinarios de las convenciones partidistas en Estados Unidos.
La silla vacía
En la última noche de la Convención del Partido Republicano, en agosto de 2012, el actor y director Clint Eastwood conversó con una silla vacía.
No una silla cualquiera, sino una en la que imaginaba que estaba sentado el presidente y aspirante a la reelección por el Partido Demócrata, Barack Obama.
La intervención de Eastwood, que era justo la antesala al discurso de aceptación del nominado presidencial Mitt Romney tuvo una buena acogida entre los asistentes a la reunión republicana, pero fue duramente criticado en los medios y en las redes sociales y es considerada como uno de los momentos más raros de las convenciones de los partidos políticos en Estados Unidos.
Según la reseña que hizo del acto el diario británico The Guardian, Eastwood más que «Harry el sucio», su mítico personaje del cine de acción, parecía «el borracho tío Harry».
El portavoz de la campaña de Romney defendió al actor. «Es un icono de Estados Unidos. No puedes verlo de la misma forma como harías con otros políticos», dijo.
Pero, la aparición de Eastwood no ha sido la situación más polémica que se ha producido en estos encuentros políticos que, en 2016, se realizarán en los próximos días: la convención republicana empieza este lunes 18 de julio y la demócrata, el lunes 25 de julio.
1968: la Convención más terrible
En 1968, el Partido Demócrata realizó su convención en Chicago, en un momento álgido de la historia de Estados Unidos.
Manifestantes protestan en las afueras del lugar donde se realiza Convención del Partido Demócrata en Chicago en 1968.Image
«1968 fue un año de profundas divisiones por cuestiones raciales y por la guerra de Vietnam. Ese año fueron asesinados Martin Luther King Jr. y Robert F. Kennedy, el hermano menor del expresidente John F. Kennedy. El país sentía que se venía abajo», dijo a BBC Mundo Kenneth C. Davis, autor del libro «Qué sé yo de historia», un manual de historia de Estados Unidos.
«La convención de 1968 fue muy atacada por quienes protestaban contra la guerra y estaban a favor de los derechos civiles.
Hubo disturbios en las calles de Chicago y parte de esa violencia se hizo presente en el lugar de la convención, que ha sido la más terrible y polémica en la historia de las convenciones políticas en EE.UU.», agregó.
Mientras la policía arremetía contra los manifestantes que protestaban frente a la sede del encuentro, dentro del centro de reuniones los funcionarios de seguridad junto a activistas locales maltrataron a políticos liberales y a periodistas frente a las cámaras de televisión.
La situación llegó a tal punto que se escuchó a un delegado por Nueva York gritarle a un policía que le arrastraba por el piso: «A mí no me sentenciaron para enviarme acá. Yo fui electo».
Después, cuando el senador por Connecticut Abraham Ribicoff denunció que se estaba reprimiendo las protestas con «tácticas de la Gestapo», los televidentes vieron al alcalde Richard Daley señalarle con el dedo y gritarle un montón de obscenidades.
Según Davis, tras esta reunión el Partido Demócrata comenzó a reformar sus normas internas para cambiar el proceso de elección de su candidato presidencial y hacerlo más participativo. Así las primarias cada vez se harían más decisivas en el proceso de nominación.
1976: cuando Reagan ganó perdiendo
La Convención Republicana de 1976 es considerada como la última en la que las negociaciones a puertas cerradas lograrían imponer un candidato.
Ese año competían por la nominación el entonces presidente Gerald Ford, que había llegado al cargo tras la renuncia del mandatario Richard Nixon, y el entonces exgobernador de California, Ronald Reagan.
Pese a salir derrotado, Ronald Reagan aprovechó la Convención republicana de 1976 para proyectarse como el futuro líder del partido.
«El partido no sabía qué hacer con un presidente en funciones que no había sido electo y un popular gobernador de California que había intentado postularse antes y estaba recogiendo gran cantidad de delegados», comentó acerca de aquella convención la excorresponsal de ABC News Ann Compton a la emisora NPR.
Ambos candidatos llegaron a la convención prácticamente empatados y debieron disputarse cada delegado, con innumerables negociaciones en la trastienda.
«Hubo momentos de increíble frustración e, incluso, altercados físicos en el lugar del encuentro», rememoró Compton.
Al momento de las votaciones finales, todo quedó en manos de los delegados de Misissipi y Ford resultó nominado.
Entonces, el equipo de Ford invitó a Reagan a dirigirse a la convención con miras a ayudar a cementar la unidad del partido.
Reagan aprovechó la ocasión para presentarse como el próximo candidato republicano y alabó a la plataforma del partido como «un estandarte de colores atrevidos e inconfundibles, sin pálidos colores pasteles».
Meses después, Ford perdería las elecciones frente al candidato demócrata Jimmy Carter y Reagan se convertiría en el líder que marcaría la senda de los republicanos.
1900: Presidente por accidente
La Convención del Partido Republicano de 1900 fue particular por sus consecuencias. «El presidente William McKinley buscaba la reelección, pero su vicepresidente, Garret Hobart, había muerto por lo que la pregunta principal en la convención era a quién iba a escoger McKinley como vicepresidente», relató Kenneth C. Davis.
Teodoro Roosevelt llegó a la presidencia tras la muerte del presidente McKinley.
El escogido resultó ser un joven y polémico gobernador de Nueva York: Teodoro Roosevelt.
Según Davis, paradójicamente detrás de esa decisión estuvo el deseo de muchos de los líderes del partido en Nueva York de librarse de Roosevelt porque era un reformista que les estaba causando muchos problemas.
«Mckinley ganó la elección y fue asesinado nueve meses después de iniciar su mandato y Roosevelt se convirtió en el presidente más joven de la historia de Estados Unidos y uno de los más importantes desde muchos puntos de vista», agregó Davis.
2004: El ascenso de un futuro presidente
La Convención Nacional Demócrata de 2004 tenía dos contendientes: John Kerry y John Edwards. El primero resultaría electo candidato para luego ser derrotado en los comicios presidenciales en los que fue reelecto el republicano George W. Bush.
La reunión, sin embargo, sirvió como plataforma de lanzamiento de un joven miembro del Senado del estado de Illinois que a la postre llegaría a la Casa Blanca: Barack Obama.
Obama, quien estaba en campaña para llegar al Senado en Washington, aprovechó su comparecencia ante miles de periodistas y todo el liderazgo del partido para convertirse en una estrella ascendente.
El discurso de Obama no contenía ideas revolucionarias. Habló de su historia personal y propuso cosas ya escuchadas en los discursos de muchos políticos: la importancia de que el gobierno sea sincero con los ciudadanos, la necesidad de que cada niño tenga oportunidades de progresar en la vida y la importancia de que el país permanezca unido.
Sin embargo, según los analistas, logró conectar con la audiencia desde un punto de vista emocional.
«Quería ser un hombre duro y estaba secándome las lágrimas con el borde de mi traje e intentando limpiarme. Entonces, mire alrededor y vi que todos tenían los ojos húmedos en todas partes. Había atrapado a todos», rememoró para The Washington Post el miembro del Senado del estado de Illinois Terry Link, un amigo cercano de Obama.
Justo al terminar el discurso, el comentarista de la cadena NBC Chris Matthews predijo: «Acabo de ver al primer presidente negro». La historia le dio la razón