En la encuesta de Consulta Mitofsky “Expectativas de Gobierno 2018-2024”, arroja un resultado interesante en torno a lo que los mexicanos esperan de Andrés Manuel López Obrador como Presidente de la República.
Una de las conclusiones revela: “El sentido de urgencia de resultados para el nuevo gobierno conforma lo que se conoce como ‘luna de miel’ y para López Obrador 26% dice que los cambios deben notarse en menos de 6 meses y 45% en menos de un año” (el resto no contestó o dio otra respuesta).
Casi el mismo tiempo dado al panista Vicente Fox Quesada, según plasma el estudio.
Interesante, ¿no? Porque de la muestra se desprende una gran expectativa de cambio y rápida, y quizá sin que la ciudadanía perdone el fracaso.
Y al parecer tal expectativa de cambio va a la par con una similitud: El triunfo histórico.
En el año 2000 por primera vez es derrotado en las elecciones presidenciales el partido hegemónico: El Revolucionario Institucional (PRI), el cual compitió solo llevando como candidato (y débil) a Francisco Labastida Ochoa; ganó la “Alianza por el Cambio” conformada por el PAN y el PVEM con Fox como abanderado.
Y en las elecciones del 2018 la coalición Morena-PT-PES hace historia no solamente por el triunfo de la izquierda en la Presidencia de México con AMLO, sino porque arrasa en los cargos al Congreso de la Unión y en los comicios locales.
El primer gobierno de derecha no cumplió con el “cambio” prometido y, ciertamente, después del año la ciudadanía ya estaba desilusionada de Fox y del PAN.
Tal vez por ello, el panista Felipe Calderón Hinojosa ganó muy apretadamente las elecciones presidenciales de 2016 con el 35.91% contra López Obrador de la coalición “Por el bien de todos” (PRD-PT-Convergencia), quien entonces obtuvo el 35.29% de los votos.
Incluso, públicamente se ha ventilado que priistas habrían ayudado a Calderón. De haber sido así, revelaría que en tan solo un sexenio (el de Fox) la ciudadanía se hartó de la forma de gobernar del PAN y en seis años tampoco recobró la confianza en el PRI, pues en 2006 se fue hasta el tercer sitio.
El contexto viene a colación por la expectativa de cambio generado en dos elecciones históricas y por dos hombres en quienes confiaron los mexicanos: Fox y AMLO.
Claro, en política nada está escrito; más bien, todo es tiempos y circunstancias. Sin embargo, los mexicanos le están dando a López Obrador entre seis meses y un años para que empiecen a notarse los cambios.
¿Y qué pasaría si no cumple en el plazo? Vendría el desencanto hacia el Gobierno Federal encabezado por AMLO y en consecuencia hacia Morena, a medirse en las próximas elecciones federales del 2021, que es cuando López Obrador prevé someterse a la revocación del mandato.
Evidentemente, Andrés Manuel y Morena pueden volver a ganar holgadamente mediante el voto cautivo a base de programas sociales. No obstante siempre se corre el riesgo de la derrota, o de la merma de triunfos, porque en tres años todo puede suceder.
Por lo pronto, en la “luna de miel” la ciudadanía espera que el nuevo Presidente de México cumpla su promesa de “cambio verdadero”, y que no es precisamente en base a acciones mediáticamente deslumbrantes como, por ejemplo, la venta del avión presidencial o la apertura al público de la residencia de Los Pinos.
El cambio verdadero se verá cuando haya desarrollo económico en el país; incluso, sin éste difícilmente puede conseguirse en desarrollo social; ambos aspectos son condición para sacar de la pobreza a la mayoría de los mexicanos.
Y un año es poco tiempo para conseguirlo, y menos lo conseguirá sin el acompañamiento congruente de Morena y su militancia.
Ya la encuesta, aunque aplicada a finales de noviembre, revela también cierto decrecimiento de AMLO cuando explica lo siguiente: “Después de la elección de 2015 donde el partido morena hizo su primera aparición electoral, la imagen de López Obrador empezó a crecer, subiendo sus positivos y disminuyendo sus negativos; el brinco definitivo lo dio en la etapa final de la campaña de 2018 y llegando al puesto de presidente con bajos negativos.”
En fin, por lo pronto López Obrador goza del beneficio de la duda en cuanto a su promesa de “cambio verdadero” para el país.
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