Cusco…la enigmatica capital del imperio Inca

Hubo un tiempo, hace más de quinientos años, en que una nueva civilización dio origen a una tierra de mitos. Fundaron su capital en Cusco y la consideraron el ombligo del mundo.

Defendido por infranqueables fortalezas y urdido en sus distantes regiones por el idioma quechua, el imperio inca llegó a abarcar la actual Colombia, el centro de Chile, el norte de Argentina y buena parte de Bolivia.

La colonial Cusco es hoy el inicio de un itinerario que, ascendiendo por el Valle Sagrado del río Urubamba hasta encumbrarse en el místico baluarte de Machu Picchu, demuestra que los destellos del Tahuantinsuyo (nombre de aquel imperio) aún siguen vigentes.

La primera cita con la antigua capital inca es la plaza de Armas, punto donde confluían las vías que comunicaban los cuatro puntos cardinales del territorio incaico. Este gran espacio es denominado por los indígenas como Huacaypata, «Lugar de Lágrimas», porque fue testigo del martirio de Tupac Amaru I, último Inca en rebelarse contra el poder español.

Un par de días bastan para detectar los vestigios de aquella cultura, así como el sincretismo religioso surgido de la imposición del catolicismo. La Catedral, construida entre 1560 y 1654, se yergue sobre el antiguo palacio del Inca Viracocha.

Entre los claroscuros de su interior destacan las obras de la Escuela Cusqueña, en la que los artesanos aplicaron las técnicas de la pintura flamenca. El resultado incluye una Última Cena con un conejillo de Indias –plato típico cusqueño– como centro del banquete.

Otra manifestación de esta convergencia estilística se halla en el convento de Santo Domingo, que antes era el templo de Qoricancha, consagrado a la deidad solar, y estaba revestido por láminas de oro.