La intervención de la presidenta suspendida Dilma Rousseff para defenderse en el juicio político que amenaza con inhabilitarla esta misma semana terminó hoy al filo de la medianoche, tras más de 14 horas de discursos y respuestas a preguntas.
La mandataria, apartada del poder desde el 12 de mayo, pidió en su última intervención que el país supere el «fundamentalismo» político en cuestiones estratégicas para Brasil, como las cuentas públicas.
Advirtió, asimismo, que el caso del Reino Unido y su salida de la Unión Europea son un ejemplo de la «debacle» que podría afectar a Brasil si se materializa su inhabilitación por medio de un juicio político que ella consideró que carece de razones legales.
«Es muy grave apartar a una presidenta de la república sin crimen de responsabilidad», dijo la mandataria, visiblemente cansada tras más de 14 horas dedicadas a un emotivo discurso de apertura y a responder a las preguntas de medio centenar de senadores.
«Esta herida será muy difícil que sea curada. Pido que tengan conciencia cuando estudien este proceso», agregó la mandataria, que reiteró que no cometió ningún crimen de responsabilidad en el manejo de las cuentas de 2015 que sea punible.
El presidente del Supremo Tribunal Federal (STF), Ricardo Lewandovski, convocó mañana temprano a los senadores para continuar el proceso de «impeachment», que debe finalizar el miércoles con una votación que todos los analistas apuntan a la deposición de Rousseff.
Su inhabilitación, dijo Rousseff, supondrá un «golpe de Estado» y una «ruptura institucional» para la mayor economía de América del Sur.
«Este es el segundo juicio al que soy sometida en el que la democracia tiene asiento junto conmigo en el banco de los reos», dijo.
Recordó que la primera vez «fui condenada por un tribunal de excepción».
De esa época, dijo, además de las marcas dolorosas de la tortura, quedó un registro y una foto delante de mis jueces en el momento en que los miraba con la cabeza alta, mientras ellos escondían en rostro por miedo de ser reconocidos y juzgados por la historia».
«Hoy cuatro décadas después no hay prisión ilegal, no hay tortura, mis juzgadores llegaron aquí por el voto, el mismo voto que me llevó a la presidencia. Tengo por ello el mayor respeto por todos», apuntó.
Pero continúo con «la cabeza alta mirando a los ojos de mis jueces. A pesar de las diferencias, sufro de nuevo un sentimiento de injusticia y el recelo de que de nuevo la democracia sea condenada junto conmigo», agregó.
En su intervención la mandataria estuvo acompañada de exministros, artistas y el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva.
Economista de 68 años y conocida por su fuerte temperamento, Rousseff presentó hoy datos, citó artículos de la Constitución y varias leyes para asegurar que no cometió ningún crimen que justifique el fin de su segundo mandato, «obtenido con 54.5 millones de votos».
«Sólo el pueblo puede arreglar los errores cometidos a lo largo de este proceso», dijo la mandataria, en relación a la necesidad de celebrar nuevas elecciones.
Esta noche, manifestantes en Sao Paulo protestaron en la Avenida Paulista, centro financiero de la mayor ciudad de Brasil, donde interrumpieron el tránsito y desplegaron pancartas contra Michel Temer, a quien parte de la población y políticos juzgan un «golpista».
La policía militar lanzó gas lacrimógeno contra cientos de manifestantes para tratar de dispersar a los protestantes, convocados por dos grupos sociales, que habían levantado una barricada quemando objetos.
Las autoridades llegaron a desplegar a la policía de élite antidisturbios, mientras otras modestas manifestaciones se celebraban la noche del lunes en otras ciudades como Río de Janeiro y Brasilia.
inf./Notimex