En el siglo XV, dos soberanos incas, Pachacuti Yupanqui y Tupac Yupanqui, crearon un inmenso imperio en Sudamérica, que iba desde el sur de la actual Colombia hasta el centro de Chile y ocupaba gran parte de los territorios andinos de Perú, Bolivia y el norte de Argentina.
El imperio de las Cuatro Regiones del Sol, o Tahuantinsuyo, se extendía a lo largo de más de 4.000 kilómetros de norte a sur y estaba articulado por una impresionante red viaria, de 40.000 kilómetros de extensión total. El centro neurálgico de aquel poderoso Estado se situaba en el corazón de la sierra peruana: en una amplia zona a más de 3.000 metros de altitud en la que se alzaba la ciudad de Cuzco, capital del Imperio y corte de los Incas.
Esta área estaba atravesada por el denominado Valle Sagrado, un territorio que se extiende a lo largo del río Vilcanota-Urubamba, de extraordinaria riqueza agrícola y jalonado por una serie de espléndidas fortalezas incaicas.
El Vilcanota era un río sagrado para los incas, quienes veían en este curso de agua la contraparte terrestre de la Vía Láctea.
El río nace en los glaciares de la cordillera de Vilcanota y cambia su nombre al de Urubamba en su descenso hacia la espesura de las selvas amazónicas en la región andina. En su trayecto une dos de las montañas más sagradas para aquella civilización precolombina: el monte Ausangate y el pico Salcantay.
Sus aguas se nutren de la nieve procedente del deshielo del pico Verónica o Wacay Wilca, una montaña femenina considerada «esposa» del Salcantay. Justamente en el extremo de un filo que desciende del Salcantay, sobre un promontorio rodeado por las aguas del río Urubamba, los incas construyeron la extraordinaria ciudadela ceremonial de Machu Picchu, estancia real de los primeros emperadores y centro sagrado para el culto a las montañas circundantes.
Un paisaje espectacular
El valle del río Urubamba ha sido desde épocas muy antiguas un área privilegiada para el cultivo del maíz, en razón de su moderada altitud y de que se encuentra protegido de los fuertes vientos del altiplano. Ya en tiempos de los incas constituía, además, un importante corredor hacia las selvas nubosas o yungas donde se cultivaba la hoja de coca, de enorme importancia ritual en el mundo andino.
En efecto, el cultivo de la coca era una de las actividades productivas de mayor importancia en los alrededores de Machu Picchu, tal como lo acreditan las fuentes históricas y etnológicas.
El nombre de Valle Sagrado se aplica al tramo del valle del río Urubamba que comprende los poblados de Pisac, Calca, Yucay, Urubamba y Ollantaytambo. Aquí, el río discurre entre canchones de cultivo y laderas con empinadas andenerías (las terrazas de cultivo de la zona). Los promontorios rocosos más abruptos están coronados con imponentes ruinas de ciudadelas fortificadas. Hacia lo alto se yerguen los montes Pitusiray, Sahuasiray, Verónica y Chicón, con sus cimas de nieves perpetuas.