A principios del siglo XXI, los premios Emmy de televisión se los daban a series y programas norteamericanos que uno no había visto ni por equivocación. Cada programa lo emitían en su horario, en su cadena, y el espectador, en su infinita sabiduría, resulta que había elegido otra cosa y se enteraba en septiembre de que había perdido la mejor serie del año, según la Academia. Para el espectador internacional, la mayoría de las veces ni siquiera existía la opción de equivocarse.
Como dice un reporte de el periódico español El País, cualquiera de los galardonados con los Emmy, que se entregan esta noche, se puede ver nada más terminar la ceremonia. Antes, ni siquiera los transmitían en nuestro país.
Los premios de la Academia de la Televisión, que se entregan desde 1949, han cambiado junto con una televisión en la que están pasando cosas que solo se pueden calificar como una reconversión industrial. Las series de los canales de pago no fueron admitidas a concurso hasta 1988. Los Soprano, en 1999, fue la primera producción de la historia de un canal de pago nominada a mejor serie (tuvo 11 nominaciones y perdió todas). Desde aquel hito, ya no es solo que Internet haya hecho la oferta potencialmente infinita, es que el concepto de parrilla y horario ha desaparecido. Millones de espectadores que desconocían la serie Transparent (nominada al Emmy) pudieron verla apretando un par de botones desde su sofá inmediatamente después de que recibiera el Globo de Oro el pasado enero.
Si no le da la vida para ver Veep (nominada a mejor comedia, entre otras) porque se está poniendo al día de Juego de tronos (nominada, por ejemplo, a mejor drama) no pasa nada. Espera a los premios Emmy y ya sabe qué tiene que ver cuando acabe, cuando le venga bien, donde le venga bien. Los que falten por engancharse a Juego de tronos pueden terminar de convencerse ahora y ponerse al día en un par de semanas. Una industria que ha crecido hasta tener 400 series en producción ha transformado los premios Emmy, al mismo tiempo que estos se han convertido en una poderosa herramienta de marketing para un público que pasó de preguntarse «¿y eso dónde lo han emitido?» a preguntarse «¿cuándo lo repiten?» y ahora directamente lo busca en su mando a distancia y le da al play.
La televisión por Internet bajo demanda también ha convertido a los Emmy en un evento global. Hoy cualquier espectador de cualquier parte del mundo con acceso a Internet conoce y puede acceder instantáneamente a cualquier contenido premiado en los Emmy. Si no lo puede hacer pagando, lo hará sin pagar. La televisión se ha hecho global y la conversación sobre series es global. Como consecuencia, los Emmy ya no son unos premios norteamericanos, sino globales, como los Oscar o los Grammy.
En la competición por la mejor serie dramática del año, el gran premio de la noche, están Orange is the New Black (Netflix), Mad Men (AMC), House of Cards (Netflix), Homeland (Showtime), Juego de Tronos (HBO), Downton Abbey (PBS) y Better Call Saul (AMC). ¿Quién no puede participar en esa conversación? El premio a la mejor comedia se decide entre Louie (FX), Modern Family (ABC), Parks and Recreation (NBC), Silicon Valley (HBO), Transparent (Amazon), Unbreakable Kimmy Smith (Netflix) y Veep (HBO). La explosión de las productoras al margen de los estudios se puede ver en varias categorías. Ninguno de los seis actores nominados por la mejor serie dramática está en una serie en abierto. Este domingo se va a premiar un trabajo que solo se puede ver pagando.
Los tres grandes programas de comedia política, Last night with John Oliver, The Colbert Report y The Daily Show, compiten en la categoría de guion de programa de variedades. Como con las series, cualquiera puede hoy verlos en Youtube o en Facebook, mientras para la audiencia internacional las leyendas de la televisión americana de los setenta y los ochenta son desconocidas.
En la categoría de documentales, el dominio de HBO apabulla a los rivales. Cuatro de los cinco nominados son producciones de la exquisita cadena de pago que alumbró Los Soprano y cambió la historia de la televisión hasta que llegó Netflix, que ha producido el quinto documental nominado.