Ensayos sobre la homosexualidad en el arte mexicano

La singular y escandalosa fiesta de los 41 “afeminados” en la madrugada de noviembre de 1901 en la Calle de la Paz, en la ciudad de México, podría considerase como el debut de los homosexuales en los medios de comunicación, en ese entonces, en los diarios de la época. El acontecimiento se ha abordado en teatro, cine, poesía, literatura y hasta en la televisión.

A poco más de un siglo de aquella redada que quedó grabada en el imaginario cultural mexicano, comienza a circular un libro que recopila esa anécdota y muchas otras, reales y ficticias: México se escribe con J, coordinado por los investigadores Michael K. Schuessler y Miguel Capistrán, que rescata la historia de la cultura gay en México.

Es un libro “que hacía mucha falta, un libro necesario que analiza desde muchos puntos de vista la cultura que se ha generado en torno a la homosexualidad”, explica el escritor Luis Zapata, quien hace el prólogo.

Michael K. Schuessler destaca en el texto introductorio que “con la publicación se pretende atender este enorme (e inadmisible) vacío, aunque sea de manera tentativa, por medio de la recopilación de ensayos consagrados a diversas manifestaciones de la cultura homosexual en México”.

Alrededor de 20 ensayos, algunos ya publicados en suplementos culturales, integran esta obra que reúne a plumas destacadas bajo un sólo eje temático: la cultura gay en México. La publicación se enriquece con cuatro textos “fundacionales”: “Las locas y la inquisición”, de Salvador Novo; un escrito de José Joaquín Blanco; una reflexión de Carlos Monsiváis, publicada en el libro conmemorativo de los 10 años de la Semana Cultural Lésbica-Gay, en 1997; y el escrito “Primer desfile de locas”, publicado en 1979, por el escritor Enrique Serna.

Editado por Planeta, el volumen se convierte en un material trascendental por ser la primera publicación que reúne textos especializados sobre la representación de la cultura gay en México.

“Todos son importantes, cada uno ofrece un panorama de la cultural gay, uno se centra en el análisis de la literatura, otros sobre artes plásticas o el cine, no se puede separar un sólo texto. Es como un fresco, que si quitas una parte queda un poco cojo, lo importante es la visión de conjunto que está planteando, y creo que en eso radica su novedad”, explica en entrevista telefónica Luis Zapata, autor de El vampiro de la colonia Roma, novela emblemática sobre la temática homosexual.

Para Schuessler la importancia del libro radica en que “en México todavía existe una enorme laguna en cuanto al estudio y la revisión de esta realidad, tal vez debido a las imposiciones tanto sociales como morales y religiosas propias de la cultura nacional”.

Recorrido cultural

México se escribe con J abarca desde las primeras representaciones literarias del “hombre afeminado” del siglo XIX hasta lo último en el video-arte gay.

El libro abre con un ensayo del investigador Miguel Capistrán. En “Un día como hoy hace más de ciento”, Capistrán describe su experiencia como autor del primer artículo publicado sobre la fiesta de los 41. Fue bajo la tutela de Salvador Novo cuando Capistrán publicó en la revista Contenido, hace más de 30 años, el artículo “Famosos 41”.

En seguida, se dedica un capítulo a la narrativa y poesía mexicana, “La otra onda”. José Ricardo Chaves, uno de los ensayistas que escribe sobre la narrativa mexicana del siglo XIX, menciona que la figura gay u homosexual como se entiende hoy, no existe en la literatura de esa época pero tiene un equivalente: el afeminado. Cita entre otros, el relato en verso “El ánima de Sayula” (1874), de Teófilo Pedroza, y las cuartetas que acompañaron a los famosos grabados que José Guadalupe Posada realizó sobre los 41. Hace referencia también a cuentos donde existe un personaje afeminado o andrógino como en Manolito el pisaverde (1838), de Ignacio Rodríguez Galván, y en Aventura de Carnaval, de Amado Nervo (1890).

“Del escarnio a la celebración” es un ensayo de Víctor Federico Torres donde cita la novela Fabrizio Lupo, de Carlo Coccioli (1953), como la obra que viene a integrar en la literatura el testimonio de la relación afectiva entre dos hombres. Pero explica que es hasta la década de los 70, con El vampiro de la colonia Roma, de Luis Zapata, cuando comienza a consolidarse una corriente narrativa que se caracteriza por la continuidad y el surgimiento de otras propuestas literarias en torno al tema.

Sobre la poesía escribe Sergio Téllez-Pon. En su texto dice que la poesía con tema homosexual se desarrolló a finales del siglo XIX y principios del XX, aunque de manera dispersa, en la obra de dos poetas heterosexuales, Amado Nervo y Efrén Rebolledo, así como en versos de Ramón López Velarde. Téllez-Pon cita también la obra de los vanguardistas Xavier Villaurrutia, Luis Cernuda y Salvador Novo.

En cuanto al teatro, el periodista y editor Braulio Peralta destaca a la dramaturga Nancy Cárdenas como una de las precursoras del teatro gay en México.

“La imagen del deseo”, es el capítulo que reúne los ensayos que analizan la representación del homosexual y su iconografía simbólica en las artes visuales mexicanas.

David Torrez, curador e investigador en artes plásticas, realiza en “Los gays en la fotografía mexicana” un recorrido histórico y visual de la homosexualidad a través de la lente fotográfica. De acuerdo con el autor, es hasta finales del siglo XIX cuando se realizan retratos de hombres cuya orientación sexual se pone en duda pero que no existen aclaraciones contundentes debido a su “relevancia patriótica”.

El curador considera a Luis Márquez Romay como el primer fotógrafo gay en México. Al mismo tiempo, hace referencia a fotógrafos heterosexuales que abordaron el erotismo masculino, entre ellos Tina Modotti, Manuel y Lola Álvarez Bravo, y algunos más recientes, como Graciela Iturbide.

De este ensayo resalta la reflexión y las connotaciones que David Torrez atribuye a un retrato que el fotógrafo Agustín Jiménez realizó, en 1931, al cineasta ruso Sergéi Eisenstein. “En la imagen aparece el realizador con una calavera de azúcar en las manos en la que parece informarnos de su preferencia sexual por el nombre que dicho objeto lleva en la frente: Dolly, es decir, “muñequita” en inglés, es también -normalmente- el nombre de una mujer”, dice el curador.

Los roles en el cine

Schuessler es el autor del ensayo que documenta algunas de las representaciones homosexuales en el cine. El editor se centra en la caracterización del personaje homosexual y el contexto en que se desarrolla. Para él, El lugar sin límites, de Arturo Ripstein, es el primer filme en que se da a conocer un personaje homosexual que alcanza una complejidad dramática y psicológica.

“A partir de esta película, se puede argumentar que nace en México un cine verdaderamente gay”, dice Schuessler. Luego cita Las apariencias engañan y Doña Hermelinda y su hijo, de Jaime Humberto Hermosillo, quien a su vez ha inspirado a Julián Hernández, cuya película Mil nubes de paz cercan el cielo, amor, jamás acabaras de ser amor (2003) se convirtió en el primer largometraje gay mexicano galardonado con premios internacionales.

Luis Zapata considera a Julián Hernández como uno de los directores jóvenes que “está haciendo carrera sobre el tema”. Asegura que el cine con temática homosexual está en pleno desarrollo: “será una tendencia cada vez mayor puesto que también cada vez tiene más visibilidad la figura homosexual como grupo y cada vez se verá más en el cine, en el teatro o en la literatura; lo importante es que sean personajes bien planteados y construidos, que sean complejos, que no haya simplemente un engolosinamiento con el hecho de que sean gays”.

En video y televisión

El videoasta Víctor Jaramillo, por su parte, escribe un texto sobre el videoarte gay en México, realiza un recuento histórico sobre este medio artístico y enumera a algunos de los artistas más representativos.

Se realiza también una reflexión sobre los productos televisivos que abordan, casi siempre de manera superficial, la temática homosexual. Zapata menciona que los personajes homosexuales en la televisión, muchas veces “resultan caricaturescos” porque sigue siendo “un medio mojigato”. “Los homosexuales han sido presentados con piezas o con una visión muy caricaturizada, de los pocos que he visto han sido en telenovelas y me ha parecido que son visiones muy poco elaboradas, cosa que se explica porque también la telenovela no es un producto artístico, sino simplemente un producto de consumo”, menciona.

La publicación contiene un ensayo sobre la “música gay”. Un texto que intenta trazar un panorama sobre la música que la comunidad homosexual escucha.

Tareke Ortiz y Nayar Rivera reflexionan en torno a canciones y a algunos intérpretes que la comunidad homosexual han adoptado, entre ellos la canción “Ese hombre es mío”, de Paulina Rubio y “De mujer a mujer”, de Mecano. En el libro se hace una breve reflexión sobre la obra del intérprete de música romántica Gabriel Ruiz; según Pavel Granados, en su obra brilla por su ausencia la mujer en todas las composiciones.

En una época en que la comunidad mexicana que se identifica con el arcoiris comienza a ganar las batallas contra una sociedad conservadora, textos como México se escribe con j son pertinentes para conocer las formas en que los homosexuales han enriquecido la cultura del país desde hace siglos.