Escritores de la Revolución…conciencia social

Los novelistas Heriberto Frías, Mariano Azuela, Salvador Pruneda y Nellie Campobello, desempeñan en la literatura mexicana un rol de conciencia social, la cual es reflejada por la voz de los autores o tras la máscara de alguno de sus personajes, afirmó el escritor y especialista Juan Antonio Ascencio en la conferencia El portador de la conciencia en tres autores de la novela de la Revolución, realizada la noche de este martes 16 de julio en el Palacio de Bellas Artes,

La Sala Manuel M. Ponce fue el escenario de esta charla en donde Juan Antonio Ascencio añadió que se interesó por estos escritores porque en ellos se encuentra manifiesta la inquietud por entender qué sucede y a dónde va una situación tan errática como la guerra civil.

“Pero también qué explicación tiene una lucha que une y separa, que se bifurca en intereses nada nacionales y muere al parecer sin haber cumplido lo propuesto en planes, pactos, tratados, convenciones, constituciones y proclamas”.

El autor de Un extraño en la tierra, biografía de Juan Rulfo, comentó que antes de abordar la vida y la obra de los escritores, era necesario definir conceptos “de principiantes” que ayudan a comprender cada una de las novelas: país, gobierno, novela, historia, biografía, memorias, evolución, Porfiriato y Revolución.

“Revolución –detalló– es una palabra relacionada con el término evolución y remite a una acción resultado de una vida carente de participación ciudadana en gobierno, educación y economía, la cual se caracteriza por los siguientes elementos: un pueblo, un territorio, un gobierno y en tiempos recientes, una unidad de gobierno.

“Sobre todo cuando el pueblo resiente crisis en esos campos y poca o nula libertad política. Cuando por largo tiempo la sociedad no evoluciona, el sistema se derrumba y toda revolución es violenta, de consecuencias imprevisibles, de duración incierta, de costos incalculables pero seguros y en donde cualquier campanada, plan, grito, rumor o cañonazo desata el desgobierno sobre el territorio y los pobladores”.

El experto destacó que para comprender a cada uno de estos autores, es importante conocer que la Revolución Mexicana comenzó con un libro, un plan y un levantamiento armando durante el Porfiriato, “nombre dado a la concentración de poder en la persona de Porfirio Díaz, un duro patriarca rodeado de viejos ministros insensibles y sembrador de caciques regionales”.

Del concepto “novela”, explicó, es una creación producto de la imaginación del escritor, mientras que la historia, biografía o memoria, son realidades documentadas.

“Esto es importante saberlo porque Martín Luis Guzmán con Memorias de Pancho Villa nos hace leerla como novela, mientras que en realidad forma parte de una serie de obras llamadas novelas de la Revolución, realizadas por diversos autores, entre los que destacan los antes mencionados, que abordan la historia, las memorias, los hechos reales sin imaginación”.

Juan Antonio Ascencio agregó que tres elementos que caracterizan a cada una de estas obras es que los escritores se valieron de una realidad, de un trozo de vida para echar a andar su imaginación, “además de su palabra y estilo personal para narrar lo que desean”.

El también profesor de creación de cuento y de poesía comentó que Heriberto Frías con su obra Tomóchic y Mariano Azuela con Los de abajo, fueron los primeros en publicar los horrores y heroísmos de la revolución “por salud espiritual, como catarsis y como alivio de un alma sensible que suelen tener los creadores golpeados por alguna experiencia vivida en campaña”.

Además de que ambos escritores tienen rasgos comunes; prestaron servicio en las fuerzas armadas, el primero como teniente del Ejército federal en tiempo de Porfirio Díaz y Mariano Azuela como médico con grado de teniente coronel y jefe del servicio médico.

Asimismo los dos publicaron la primera edición de sus obras con el sistema de folletos o folletones y que por estas obras tuvieron tres opciones: el encierro, el destierro y el entierro.

“La prosa de Heriberto Frías reflejada en Tomóchic es a la vez ruda y emotiva, producto de lecturas probablemente traducidas del francés, tiene buen oído para el diálogo popular y tiende a una oratoria totalmente moralizante y de discurso cívico, algo cargado de adjetivos, un estilo poco refinado que no desmerece la vivacidad de su conciencia cívica.

“Mientras que Mariano Azuela con Los de abajo, se caracterizó por mostrar un camino visto como metáfora de la vida, un suplicio, una maduración de crecimiento interno, diversión o de llegada al infierno que para algunos, como en Pedro Páramo es un lugar muy frio por lo que muchos regresan por su cobija”.

De la obra de Salvador Pruneda: Huellas, publicada en 1936, Juan Antonio Ascencio puntualizó que es un libro cargado de dibujos, viñetas y textos breves dialogados o narrados “que incluyen acertados epígrafes y la sobre camisa es un hallazgo de diseño y discreción.

“Es un texto de escritura clara y breve que oculta y muestra la conciencia cívica de corazones bien puestos, con un buen diseño de impresión y portada excelente, con el que vemos cómo vivía el pueblo, los que cargan con la no evolución y hasta con algo más de involución”.

Añadió que algo destacado del trabajo de Salvador Pruneda es que en 1929 filmó con Eduardo Batista Abismo, la primera película totalmente dialogada en lengua española, además de que fundó 65 noticieros cinematográficos y la caricatura política.

El especialista, también destacó a su hermano Álvaro Pruneda, quien publicó artículos y caricaturas en 75 divulgaciones diferentes.

Finalmente de Nellie Campobello y su obra Cartucho, reveló que para comprender esté libro es importante conocer su texto Ritmos indígenas de México que estudia de forma detallada cómo camina la gente del campo en cada región de México.

Añadió que Cartucho es una novela breve sobre la Revolución Mexicana escrita por una mujer, la cual destaca “por su dulzura y tierna calculada delicadeza con que trata a la muerte, espectáculo frecuente en sus primeros años, si es que la muerte puede ser espectáculo”.