El terremoto que sacudió a Nepal se transformó en una avalancha mortal en el Everest -según nota de El PAÍS-.
La nieve se desplomó sobre el campamento base de la vertiente sur de la montaña, la ruta de ascenso más concurrida, en pleno inicio de la temporada de escalada, justo cuando empiezan las mejores semanas para intentar el ascenso al pico más alto del mundo, con decenas de expediciones acampadas para hacerlo.
Según el sherpa Ang Tshering, presidente de la Asociación de Montañismo de Nepal, hasta el momento se han rescatado los cadáveres de 17 montañeros. Cientos de ellos siguen en el campo base, atrapados por el mal tiempo y tratando de localizar a los compañeros desaparecidos.
Esta mañana ya se ha podido evacuar a los heridos más en helicóptero, algo que no se pudo hacer ayer por el mal tiempo. El montañero rumano Alex Gavan ha informado de ello desde el lugar a través de su cuenta de Twitter. Otros 22 alpinistas heridos han sido trasladados a una zona a menor altitud para ser desde allí evacuados también en helicóptero.
El montañero estadounidense John Reiter ha declarado a la CNN que hay decenas de heridos graves. Uno de los fallecidos es el ingeniero de Google Dan Fredinburg. Más arriba, en los campos 1 y 2, hay alrededor de 100 escaladores. No han sufrido heridas, pero no pueden bajar debido a que la avalancha ha arrasado la ruta de descenso.
Se registraron aludes en todo el Himalaya. “Hemos sentido la montaña crujir”, afirmaba el veterano alpinista Carlos Soria en el Facebook de su expedición. “Se empezaron a mover las sillas dentro de la tienda comunitaria y oímos una gran avalancha; hacía mal tiempo y no veíamos nada”, explicaba después a través del teléfono satélite el español, de 76 años, acampado junto al Anapurna (8.091 metros).
El pico, situado a unos 200 kilómetros al oeste de Katmandú, está muy próximo al epicentro del sísmo. El equipo de Soria, compuesto por otros cuatro españoles y varios sherpas, se encuentra en perfecto estado. Hace dos días había renunciado a subir a la cumbre.
Abril es uno de los meses más populares de escalada en la cordillera del Himalaya, antes de que la lluvia y las nubes oculten sus míticos ochomiles a finales de mayo. Cuando se registró el terremoto, un millar de escaladores se encontraba en la vertiente nepalí del Everest, en el campo base o en sus laderas, según los cálculos del Ministerio de Turismo de Katmandú.
El pánico se apoderó de varios campamentos, sobre todo en las zonas del Himalaya más cercanas al epicentro del seísmo, situado 150 kilómetros al oeste de Katmandú (el Everest está a 200 kilómetros en esa dirección de la capital nepalí). “He salido corriendo de mi tienda de campaña para salvar la vida. Sano y salvo. Mucha, mucha gente en la montaña”, tuiteó el escalador rumano Alex Gavan, que en el momento de la sacudida se estaba preparando para ascender al Lhotse, la cuarta cima más alta del mundo, vecina del Everest. “Gran desastre. Ayudo a la búsqueda y rescate de las víctimas”, dijo.
Las comunicaciones en el área son complicadas, confirmaba Soria. El difícil acceso complica las tareas de salvamento. Para llegar por vía terrestre a los campamentos son necesarias largas y dificultosas marchas de aproximación, que pueden prolongarse durante semanas, o un helicóptero, pero la nieve que caía ayer impedía los vuelos.
No había este sábado constancia de heridos o muertos españoles. La agencia Efe contactó con dos alpinistas que se encuentran en uno de los campamentos para intentar ascender a la cumbre del Lhotse y que han resultado ilesos. Se trata de Javier Camacho Giménez, un montañero y fotógrafo turolense, residente en Pamplona, y del asturiano Ricardo Fernández. La situación en la base del Everest es ahora “un caos”, explicó Camacho. Se ha instalado un hospital de campaña para atender a los heridos.
La directora de la oficina de France Presse en Nepal, Ammu Kannampilly, aseguró que el terremoto ha dejado aislados a los montañeros. “Nos hemos quedado atrapados por el temblor de tierra en el Everest. Está nevando, ningún helicóptero puede acceder”, explicó a través de un mensaje de texto.
Desde uno de los campamentos en el Everest, a 5.700 metros de altura, la montañera catalana Nuria Picas explicó a la Cadena SER que sintió el terremoto mientras preparaban el material en la tienda de campaña. “Nosotros estamos bien, aunque asustados por los que están arriba”, dijo. “De repente, empezó a caer nieve y ha habido varias avalanchas, aunque por suerte ninguna nos ha cogido”.
“La avalancha de hoy tendrá un impacto en la actividad, pero es un desastre natural y nadie puede hacer nada”, dijo a Reuters Ang Tshering.